Como sitio informativo del acontecer del Metal nacional, nos parece apropiado publicar la siguiente carta redactada para el Fondart por el guitarrista y compositor de la agrupación chilena La Última Tierra, Gastón Possel, con el fin de hacerles conocer sobre una realidad que, tal como mencionáramos en la anterior columna de opinión que hacía alusión al problema del cierre de espacios para el Metal en Talca, se está suscitando a lo largo del país, en relación a las autoridades y su exclusión y no apoyo al escenario local metalero y rockero. Sin más preámbulos, dejamos a su disposición la carta para que saquen sus propias conclusiones.
“Señores Fondo Nacional de la Música,
y a todos aquellos que desconozcan la realidad del Metal en Chile,
Con gran pesar me enteré que el Fondo Nacional de la Música rechazó por segunda vez un proyecto que pretendía reunir a bandas emergentes de Rock y Metal de todo el país. El evento hubiera sido un festival al aire libre en la ciudad de Ovalle. Lo que más me apenó fue el argumento que esgrimió la comisión:
“Aprobamos el proyecto en su presentación técnica, como comisión no nos parece recomendable destinar fondos para un festival de caracteristicas no nacionales.”
¿Características No Nacionales? ¿Acaso las bandas chilenas que componen Rock no están creando música nacional? Si no es así, entonces pensemos en la contraparte más obvia: la Cueca.
La Cueca chilena es un baile derivado de la Zamacueca, que se origina en el Virreinato del Perú en la época de la colonia y que a su vez posee influencias españolas y negras. Las raíces de la Cueca no son chilenas, pero aquellas tonadas tradicionales que fueron compuestas por nuestros cantautores sí son un producto nacional y están inspiradas en la realidad del país en la época en la que fueron creadas.
Las raíces del Rock son múltiples. Deriva principalmente del Blues y la incorporación del tritono o cuarta aumentada en la música popular. El Metal a su vez deriva del Rock norteamericano y europeo. Nace en la década de los 70 como movimiento que crítica la guerra y los abusos de poder. Con el tiempo acoge también temáticas religiosas, de fantasía y todo tipo de ideas existencialistas. A medida que se esparce por el mundo, este ya difuso género comienza a absorber las características musicales de los países en los cuales es cultivado y se rompe en cientos de ramas. Ya no se puede hablar de un estilo, sino de una corriente cuyas influencias varían desde el Folk europeo y la música docta hasta las Percusiones Amazónicas de Brasil.
Hoy en día, los compositores metaleros de cierto país ponen su propia cultura en las obras y más aun, la autoría de sus canciones no está supeditada a lineamientos musicales establecidos (no tiene que sonar “parecido a…”), como sí lo están los géneros tradicionales. Ellos están creando algo nuevo y auténtico, algo que los identifica. Las raíces del Metal no son chilenas, pero aquellas obras que fueron compuestas por nuestros rockeros sí son un producto nacional y están inspiradas mayormente en la realidad del país en la época en la que fueron creadas.
Es triste pensar que al parecer el criterio de la comisión del Fondo Nacional de la Música es coherente con aquel de todas las autoridades culturales. Cualquiera diría que si una obra no es folcklore, no es un homenaje a Neruda o no la compuso un tal señor Parra, las posibilidades de apoyo estatal a la iniciativa son virtualmente nulas. Eso tiene un nombre: Estanco Cultural. Que es justamente lo contrario de lo que debiera promover el recién creado Ministerio de Cultura. Chile es un país con muy poca identidad cultural, pero la solución no es aferrarse a lo probado y ultra probado. No quiero decir que no haya que cuidar nuestras tradiciones, pero las políticas netamente conservacionistas solo llevan a la falta de espacios donde desarrollar a los jóvenes artistas criollos. Arte significa Creación, un artista CREA cosas nuevas. Y las bandas emergentes que crean obras tienen muy pocas oportunidades de desarrollo en nuestro país, comparado con las oportunidades que tienen quienes crean en países más desarrollados.
Los espacios que tradicionalmente han sido plataforma de los músicos primerisos, los Pubs, solían pagar por contar con el valor agregado de tener una buena banda tocando en el lugar, lo que traía más clientes. Hoy cobran elevados arriendos a las bandas que deben esperar que el dinero de las entradas cubra dicho gasto. Así las posibilidades de desarrollo son muy pocas, y la situación no cambia debido a la gran oferta de bandas emergentes: si una no puede costearlo, ya vendrá otra que se atreva. Esta gran oferta de bandas no es otra cosa que un gran poder creativo chileno que no tiene por donde salir a flote.
Chile tiene unos pocos grandes artistas, pero podría tener muchos más. Es por la escasez de artistas chilenos consolidados que la gran masa de jóvenes oyentes sólo escucha aquellos ritmos importados del momento que repiten una y otra vez en las radios. Porque no tienen mucho más de donde elegir. Bajo la superficie existen muchos buenos artistas, pero se les están cerrando las puertas. Las instancias culturales del estado, ya sea Fondart, municipalidades, etc, están desaprovechando a los rockeros chilenos.
Dirán: “Pero si acabamos de hacer una Cumbre del Rock Chileno.”
Es una buena iniciativa de entretenimiento, pero es pobre apoyo a la escena del rock nacional. Participaron bandas muy bien consolidadas, y varios de los artistas se acercaban más a la música popular que al Rock. Necesitamos espacios para desarrollar los nuevos talentos. Y hay gente que quiere generarlos, como Verónica con el Born of Rock de Ovalle. Y hay gran cantidad de artistas. Lo que falta son medios.
Sin embargo, no creo que el Metal chileno sea objetado por las autoridades por presentar “caracteristicas no nacionales” como argumenta la ya citada comisión. Creo que simplemente piensan que no es algo digno de ser financiado. No lo entienden. Ni siquiera piensan que merezca el epíteto de “género musical” o “arte”. Mal que mal, no somos más que un montón de chascones que les gusta escuchar tarros.
Atte.
Gastón G. Pössel G.
Guitarrista y compositor de La Ultima Tierra,
banda emergente chilena de Metal Melódico.“