El metal, en sus expresiones primeras, seguramente apareció en la época de Black Sabbath, por allá por los años setentas, quizás ochentas. El origen de este término ha sido ampliamente discutido, habiendo teorías de lo más alocadas. Una de ellas, habla de aquel clásico tema de rock, motos, sexo, drogas y aventuras: Born to be wild. Algunos historiadores del rock creen que de aquel famoso verso (“I like smoke and lightning / Heavy metal thunder / Racing with the wind / And the feeling that I’m under“) proviene la caracterización del hijo pródigo del rock&roll con el heavy blues y algunos otros condimentos.
Existen otras teorizaciones de esto, algo que yo considero más menos irrelevante (el origen del término que engloba a la música más dura), pero todas coinciden en un punto: el origen del término es anglosajón. Quizás, por eso, se dice que el inglés es el idioma del metal…
Aunque, de ser por eso, el metal más pesado podría tener como idioma común el alemán, catalogado por muchas personas como la lengua de la ira. Y, en vez de escuchar a Ricardo Arjona, los fanáticos de lo “cebolla” podrían escuchar a Serge Gansgburg o a cualquier artista francés, si es por escuchar letras de amor. Pero no. Escuchamos en español, inglés, japonés, alemán y cualquier otro idioma sin distinción de estilos. A excepción del metal. Y me llama poderosamente la atención este hecho: ¿Por qué bandas chilenas, más chilenas que los porotos, cantan y tocan e interpretan sus propias composiciones en la lengua inglesa? ¿Es que el español no les da la versatilidad que requieren para expresar lo que desean? ¿O es simplemente la inspiración que les entrega la abultada discografía de sus grupos favoritos y no tanto, sólo en sajón?
¡Que alguien mencione diez bandas influyentes en la escena que tengan sus letras en español! Bueno, seguramente hay diez y más, pero la gran mayoría -punto innegable- escribe en inglés. Cosas de mercado, cosas de inspiración, asuntos personales, mayor cercanía con el idioma o quizás simplemente cachés, qué sé yo. Sí sé que es defendido por quienes practican esto; varios vocalistas tienen sus tesis, porque, claro, en la casa del herrero se usa un cuchillo de palo, y en estas tierras la fórmula da resultado.
Qué terrible, qué falta de amor por nosotros mismos que tengamos en la fórmula del éxito musical el ingrediente “idioma foráneo”. Tan infelices nos hace el idioma español castellano, al punto de que renegamos de él como hijos de una madre despreciada, y nos refugiamos en las faldas de una mujer que será nuestra madre adoptiva, mientras dure la composición. Aunque también hay que reconocer que el mercado del metal en Chile es inexistente en medianas escalas. ¡Medianas escalas! Si lo poco y nada que se escucha (en comparación con el universo musical) es, o debe ser según mis estimaciones, producto de sellos independientes y obra y gracia de las redes P2P. Porque, aunque me salga un poco de la línea de la columna, hay muchas obras que le deben todo o mucho al peer to peer…
Sea como fuere, a mi forma de ver el asunto, esto va más allá del idioma o la forma de hablar. Es un problema de mercado. El mercado del metal en Chile no está lo suficientemente explotado. El mercado del metal en Chile no está, incluso, lo suficientemente desarrollado. No hay inversiones importantes al respecto, cosa que se puedan realizar grabaciones de muy buena calidad a un costo muy razonable. Porque tampoco encuentro lógico que, para poder tener una grabación, se deba gastar una suma casi siempre considerable de dinero, ó grabar de forma casera, con los riesgos que ello tiene.
Pero eso ya es harina de otro costal. Ya habrán otras instancias para discutir acerca del mercado. Por ahora, les planteo la duda: ¿Es necesario que en esta casa, el cuchillo sea de madera? ¿O podemos darnos el tiempo de trabajar y hacer las cosas orgullosos de nuestro idioma y nuestra identidad? ¿Habrá algún valiente que se atreva a llevar el mercado del heavy metal chileno, a otros niveles, a la gente, a las bases? Todo esto, en un próximo capítulo de Mundo Enfermo y Triste.
Por Javier Tapia