Varios años han transcurrido desde la última visita de los riojanos, Tierra Santa, a nuestras tierras sureñas. Debo confesar que al entrar al Teatro tuve cierta preocupación al ver pocas personas en cancha. No obstante eso cambiaría abruptamente a medida que se acercaba la hora. La banda dio cátedra de cómo se ejecuta un concierto heavy hispano de dos horas, sin parafernalia, sólo con música y clásicos, de la mano de su último trabajo “Esencia”
A las 19 horas en punto entraban los nacionales Alto Voltaje a un Caupolicán que casi es segunda casa, pues ya no es mayor novedad verlos como opening act en shows internacionales. Su show fue bastante prolijo dentro del estilo heavy old school que trabajan. Presentaron material de su nuevo disco, que en palabras de Víctor Escobar “debiese estar listo este año“.
Me llamó la atención ver parte del público en cancha usando poleras, no de WarCry, Tierra Santa o bandas similares, sino de Alto Voltaje. Aquello no es más que la demostración de que los metaleros ya tienen tradición en la escena y tal como lo mencionaron en su show, tienen canciones que ya son verdaderos himnos.
Como anécdota de corte folklórico destaco la presencia de un concurrente, quien, en evidente estado de ebriedad, gritaba insultos a la banda, donde en una oportunidad se acercó a la reja para mostrar la entrada a Víctor en tono de “yo no pedí escucharte“. En todo caso fue el único con esa actitud, pues el público escuchó atentamente a los locales. “Fue maravilloso verlos y estar con ustedes“, afirmó Escobar.
Setlist
- Intro
- Despierta
- Ruda y sexy
- Adiós a la fábrica
- Agonía
- El gran peón
- Rock y burdel
- Rocker
- Alto Voltaje
A las 19:52 horas, Tierra Santa ingresó al escenario de repleta cancha. “Séptima estrella” sonaba a todo volumen y sin necesidad de mediar previamente una intro ni un saludo posterior, pues antes de parpadear sonaba “Indomable“, con un estribillo cantado por todo el Caupolicán, donde destacó la interpretación de Juanan San Martín y sus teclados en la onda de Deep Purple. Ángel San Juan se vio un poco complicado al ejecutar su solo, pero convengamos que fue porque las primeras canciones, generalmente, son para ajustar detalles de sonido.
“Sangre de Reyes” y “Apocalipsis” seguían como un fénix en llamas, todas por supuesto cantadas por el público como si no hubiese mañana.
Me sorprendió mucho el desempeño de Eduardo Zamora en la guitarra. Realmente es un gran valor en la formación, su ejecución es prolija y sus intervenciones generan un agradable matiz al sonido. De hecho las lineas finales de “Mi nombre será leyenda” sonaron espectaculares.
“El Azote de Dios” comenzó de manera poco clara, pero se afirmó apenas entró la batería. Esta vez los solos en guitarra, de la mano de la Fender Stratocaster de Ángel San Juan me parecieron con falta de peso, es posible que haya sido por interpretarlos con las cápsulas de abajo. De todos modos el remate del tema fue excelente.
El concierto continuaba como una gran sonata, sin cansar a nadie, “La Leyenda del Holandés Errante” me sorprendió por la grata recepción que tuvo por parte del público. “La sombra de la bestia” sonó brutal. Destacó una bandera chilena que recibió Roberto Gonzalo (bajista) en pleno solo, pero que no pudo lucir debido a que aún estaban tocando. Nunca más se supo de ella.
“Otelo” y especialmente “Juana de Arco“, presentada como “la historia de una mujer que nunca se quejó, ni cuando la quemaban“, fueron muy bien recibidas con aplauso cerrado. Los “olé olé olé, Tierra Santa“ no paraban de sonar para comenzar “Caminos de Fuego“, que luego fue seguida por una elegante “Libre“.
“Pegaso” sonó brutal. Me saco el sombrero ante los doble bombo de David Carrica. Ni hablar de “David y el gigante“, fuertemente coreada por el respetable, el que también escuchó reposadamente “Más allá de la vida“, un tema que tal vez pudieron haber omitido.
“Esta canción se la escribí, a mi hija… al amor de mi vida” rezaba Ángel San Juan mientras tocaba la balada “El Amor de mi vida“. Una sorpresa agradable, que si bien no sonó con la misma soltura del disco, no por eso fue un exceso en el ya extenso set list de los riojanos. “Mejor morir en pie” iba como cañón hasta que el hombre de las voces sufrió un percance en su guitarra, que lo tuvo con problemas durante casi toda la canción.
No obstante, en “La momia” y “Nerón” todo estaba solucionado. El reloj avanzaba y nos dábamos cuenta que la recta final se acercaba. Destaco nuevamente las guitarras estridentes de Eduardo Zamora.
Era el turno de otra balada, “Una juventud perdida” sonó casi igual que en el mítico DVD “Las mil y una noches“, digo casi igual porque San Juan se me cayó en la ejecución de los solos. De todas formas poco importó porque el Caupolicán se venía abajo con el clásico “Alas de fuego” que nos llevó directamente al encore.
En la previa al show, Ángel afirmó en entrevista con otro medio de prensa que “El bastón del diablo” tiene cierta relación con nuestro país. Tal vez fue por eso que la presentó diciendo “Esta es para ustedes“. Luego, cuando parecía que todo terminaba con “Legendario” sonó el viejo poema de José de Espronceda , escrito en plena época del romanticismo, “La canción del Pirata“. La banda se despedía, el público pedía más, dos horas no fueron suficiente.
“Esencia” no es un disco de mi agrado, creo que la agrupación erró al regrabar sus éxitos, sin embargo, la posibilidad que se abrió de escuchar este mar de clásicos hizo que todo eso se olvidara. Si bien no tocaron temas del “Medieval“, podemos tomarlo como una deuda para una nueva visita, la cual ojalá no sea en mucho tiempo más.
Setlist
- Séptima estrella
- Indomable
- Sangre de reyes
- Apocalipsis
- Mi nombre será Leyenda
- Azote de Dios
- La leyenda del holandés errante
- La sombra de la bestia
- Otelo
- Juana de Arco
- Caminos de fuego
- Libre
- Pegaso
- David y el gigante
- Más allá de la vida
- El amor de mi vida
- Mejor morir en pie
- La momia
- Nerón
- Una juventud perdida
- Alas de fuego
- El bastón del diablo
- Legendario
- La canción del pirata
Fotos: Hassan Escaffi