El pasado 10 de noviembre debe haber sido uno de los conciertos más raros que se haya visto en el teatro Caupolicán. Podemos decir no existe otra palabra más que “bizarro” para definirlo. Yo creo que ninguno de los asistentes se esperaba un show como el que dio Dragonforce. Los chilenos quizás seamos muy conservadores en lo que es un espectáculo de metal, teniendo un poco de prejuicios a la hora de ver cosas “innovadoras”, sin embargo la banda multirracial es sólo eso, una performance en el escenario. Lo que podemos ver en sus videoclips dista mucho de lo que pueden mostrar en un espectáculo en vivo.
Vamos por parte. Lo primero fue el teloneo de Inquisición. Hay que agradecer de que el show haya partido relativamente a la hora, pocos minutos después de las 20 horas con un recinto a mitad de la capacidad en el sector de la cancha y palcos, y totalmente vacío en las galerías, con un público, en la mayoría, compuesto por niños de entre 10 o 12 años, acompañados por sus padres, y adolescentes que iban a ver a la revelación del Guitar Hero… o, al menos, esa era la promoción del afiche. Bueno, independiente de eso, la banda chilena presentó un show no muy diferente al presentado en el teloneo a Ripper Owens, con un setlist quizás más acotado que en esa ocasión, haciendo un poco de énfasis en la nueva producción de la banda, Opus Dei, y presentando temas ya clásicos como Dragonslayer, Up the Metal Hammer o Inocent Sinner. Hubiese sido bueno escuchar un poco más, pero no había tiempo. Media hora y sería todo para los nacionales. La presentación incluyó un solo de Manolo Schafler, demostrando porqué es uno de los grandes guitarristas de metal de Chile.
Una de las cosas curiosas durante la presentación de los locales fue que, a pesar de lo joven de la audiencia, muchos conocían a la banda y más de alguno que otro coreaba los temas, desembocando en un ya clásico “C-H-I…L-E, Viva Chile!” impulsado por el vocalista, Paulo Domic, que fue bastante bien recibido. Nada más que decir. Presentación limpia, corta y precisa.
A eso de las 9:17 PM empiezan a sonar las primeras notas de la intro del evento principal…. ¡Qué! ¿¡Nos equivocamos de evento!? La intro parecía dar inicio a un festival de música electrónica, digna de un Earthdance o algo por el estilo. Cuando salió el tecladista Vadim Pruzhanov creí realmente que no estaba en el lugar correcto. Con unos pantalones fosforescentes (en serio, eran verde-fosforescentes), un jockey fucsia y unas pulseras multicolor -que hacían juego con la iluminación del recinto-, lo único que pensé fue “que hueá más gay!”. Después me di cuenta que no me equivoqué ya también se puso unos lentes del mismo color que el gorro. Así dio inicio al recital, durante el cual me sorprendí mucho mas al ver que los bailes del tecladista eran demasiado… fletos.
Toda la presentación de la banda multirracial fue totalmente predecible, comenzando con el primer single del Ultra Beatdown, Heroes of Our Time. La banda tuvo problemas con el micrófono y Herman Li miraba un tanto nervioso hacia un costado del escenario. Una partida no muy buena. Aún así, la audiencia prendió de una. Notamos que Vadim, además de tener sus teclados, tenía un Theremin al lado suyo, el cual nunca escuché a pesar de que el tipo hacía gestos con la mano.
El recital continuó con otro tema famoso, el single Operation Ground And Pound del Inhuman Rampage , para luego volver al Ultra Beatdown con Reasons to Live. Acá era donde íbamos a comprobar los rumores tan anunciados, esos que decían que la agrupación no era capaz de tocar en vivo los temas como en estudio. Este corte parte con blast beat en la batería por lo que la sincronización debía ser espectacular de parte del batero Dave Mackintosh. Aparentemente ninguna pifia, una interpretación correcta, no digamos perfecta por que la saturación del sonido en el lugar era bastante grande, algo obvio sabiendo que el Caupolicán no estaba ni a media capacidad.
Le seguía Fury of The Storm, otra canción rápida, como la mayoría de los de esta banda. El problema es que en vivo todos los cortes suenan igual y tienden a aburrir bastante. Creo que hace tiempo que no escuchaba tanta felicidad en un concierto. Pero hay algo que hacer notar, a esas alturas ya me parecía un “payaseo” todo lo que la banda estaba haciendo en el escenario; este debe haber sido el recital donde más agua se le tiró al público por metro cuadrado. El vocal ZP Theart agarraba botellas de mineral para luego tirárselas a la gente que se agolpaba al frente. Llegado un momento, el frontman empezó a hacer el gesto del dedo del medio a los asistentes, por lo que se gano unos lindos pollos y hasta le devolvieron una botella desde el publico, que encantado el tipo atajo con el hombro. Los otros 4, descartando al batero, seguían haciendo bailes y coreografías que hubiesen puesto en ridículo a cualquiera.
El recital continuaba con Revolution Deathsquad y los payaseos seguían siendo parte del show. Hay que acotar que Vadim se bajó varias veces de su puesto a dar vueltas en el escenario con estos teclados dignos de grupo de sound de color rosado que le hacían un muy buen juego con su vestuario. En tanto Sam Totman aprovechaba los momentos donde no tocaba para molestar al chino haciéndoles gestos a los asistentes señalando que el guitarrista “la tiene chica”.
Tocaban Soldiers Of The Wasteland y Vadim con Sam se tiraban al suelo y movían las piernas como si estuviesen bailando el Can-Can. Realmente desconcertante la performance en vivo. ¿De qué forma se conecta lo anterior con la música de letras épicas para salvar a la humanidad y cosas por el estilo?
Era hora para otro single, The Last Journey Home. Sinceramente hacer singles tan largos no sé si tiene objetivo. Metallica ya lo hizo con One, pero que después otras bandas intenten repetir lo mismo, simplemente no resulta.
Tal como lo anunciaba ZP Theart, volvíamos al pasado, muy al pasado, cuando Dragonforce no integraba la velocidad del blast beat a su música. Sonaba Valley of The Damned. No sé si fue idea mía pero en vivo logran tocarla un tanto más rápida que en la versión original del disco. Por otro lado, el vocalista seguía arrojando cosas al público, entre ellas un pucho prendido del cual habían fumado todos los integrantes… a más de alguien le debe haber quemado la cabeza alrededor del mundo si hace eso en todos los eventos en los que tocan.
El encoré se venía para que interpretaran uno de las mejores canciones que poseen: My Spirit Will Go On. Fue uno de los mejores ejecutados esa noche por los hiperkinéticos músicos que no paraban de correr por el escenario. El frontman, llegado un momento, hizo separar al público en dos, para cada uno de los lados de los guitarristas, haciendo una competencia entre el público de quién gritaba más fuerte. Cuando empezó a contar en español “1,2,3!” los gritos se intensificaron.
Bien, era hora de rematar con lo que todos esperaban. ¡Qué tema más predecible! Todos los que “se dieron vuelta” el Guitar Hero lo estaban esperando: ¡Through Fire and Flames! ZP Theart seguía tirando agua y los cabros chicos vueltos locos. Un remate espectacular para esa noche. Los muchachos daban las gracias tanto que no se querían ir del escenario. Bordeando las 11 de la noche daba final uno de los recitales más extraños jamás vistos por el ojo metalero.
Seamos justos, no es que la banda sea mala, simplemente ellos tienen un show que no es el típico show de metal, quizás para un público joven, muy joven. Los niños alucinaban tocando guitarras de aire, mientras los padres asistentes -muertos de la risa- veían el recital. De no ser por bandas como estas no existirían los futuros metaleros que mantendrán viva la escena en 10 o 15 años más. No puedo decir que no me reí por que me reí bastante. Viendo, por ejemplo, a Sam Totman haciendo gestos falsos de impresión por los aplausos del público o cuando salió bailando como ballet del escenario durante el encore. Sin embargo, les falta mejorar. Existió el rumor de que la batería con los teclados fueron tocados por un Mac y no por sus integrantes. Vaya a saber uno si es verdad. El grupo no puede depender del éxito de un juego, debería hacerlo por la música que componen. Si hasta Yngwie Malmsteen tiene un tema en el Rock Band, pero su fama es por lo que él toca, no por el juego. En Chile hay mejores músicos, pero si alguien tiene que ganarse el título de “payasos del metal”, Dragonforce de lo adjudica por masacre.
Review: Felipe Lobos
Fotos: Bianca Zapata
Galería de Fotos