La postal del evento la dibujaban varios treintones y cuarentones que, en la cola de la entrada al show, soportaban un sofocante calor abrazando a sus retoños que no superaban los 15 años. Es que, los casi 11 años de espera y las ansias por ver el directo de la banda que cambio la forma de hacer Metal, unieron a diferentes generaciones de fans que por fin veían escuchadas sus plegarias y tenían la oportunidad de ver a Metallica en su esperado regreso a nuestro país, que desde su anuncio oficial hasta luego de la conclusión del show estuvo en el ojo del huracán para los fanáticos, los no tan fanáticos y los que derechamente no pueden ver a la banda ni en pintura. Es que, aunque a algunos no les guste la idea, no es pan de cada día ver en Chile a la que muy seguramente es la banda más importante del Metal a nivel mundial.
La Previa
De acuerdo a lo que plantearon algunas versiones de prensa, desde el mediodía del 25 de Enero ya se podía ver el primero atisbo de fila en las afueras del Club Hípico, conformado sobre todo por fans de la banda que emprendieron rumbo desde los rincones más extremos del país. 24 horas después, la cola que comenzaba en la entrada de la calle Blanco Encalada, superaba el kilómetro y daba la vuelta por Abate Molina. La gente seguía llegando y cuando el reloj marcaba las 2 de la tarde, la cola ya superaba las ocho mil personas que esperaban con ansias la apertura de las puertas. 3 de la tarde, se abren las puertas y se desata la locura. Gritos, histeria y desorden. La mayoría de la gente que hacía cola tenía su entrada para Cancha General por lo que había que jugársela por una buena ubicación. De todas formas, tendrían a cerca de 5 mil personas delante y una buena visión no estaba asegurada (Pueden ver un video de lo que fue “la previa” siguiendo este enlace).
La tarde ya estaba bien entrada y la gente seguía ingresando sin cesar, mientras la cancha ya se comenzaba a llenar. El sol y el calor no daban tregua, se comenzaban a ver torsos sin polera y mucha agua que refrescaba a quienes ya habían ingresado. Había que hacer hora para el comienzo y el calor parecía superar la velocidad con que avanzaba el reloj. El entusiasmo crecía a la inversa, pues conforme se acercaba la hora de comienzo del show, más vítores y gritos se hacían escuchar.
Con la cancha casi llena y las tribunas a mas no dar, el reloj por fin marcaba la hora del comienzo del show, que vendría de la mano de los nacionales de Criminal que fueron confirmados como teloneros hace ya algunas semanas en éstas mismas páginas.
Criminal
Con ‘Self Destruction’ los nacionales comenzaban su presentación, cuando faltaban un poco más de 15 minutos para las 8 de la noche. En un comienzo, el sonido no era del todo claro y la mayoría de los instrumentos se perdían tras el bombo que el sólido Nicholas Barker tocaba sin cesar. En seguida vendría la conocida ‘Hijos de la Miseria’ donde buena parte del público se unió a la banda con palmas y cabeceo. Mientras Anton Reissenegger agradecía por la oportunidad de compartir el escenario con Metallica, Rodrigo Contreras se paseaba por todo el escenario derrochando brío. Con una mejora en el aspecto sonoro, vendrían ‘Rise and Fall’, ‘Stillborn’ y la conocidísima ‘Collide’, donde se comenzaron a ver los primeros mosh y pogo de la noche. Si bien una parte del público parecía no inmutarse con la que –a esas alturas– resultaba una potente presentación de Criminal, el resto disfrutaba tranquilamente y aplaudía a sabiendas de estar viendo a una de las bandas de exportación de nuestro terruño.
Con ‘21st Century Paranoia’ Reissenegger presentaba la última placa de la banda, ‘White Hell’, para seguir con la clásica ‘Slave Master’ donde mucha gente comenzó un hueveo generalizado que derivo en mas de algún damnificado, que tuvo que salir cagando de entre medio del público. Los músicos de la banda se veían muy cómodos sobre el escenario mientras la multitud ya comenzaba a palpar la inminente presentación de Metallica, aún cuando presenciaba de forma muy respetuosa a los nacionales. En seguida vendrían ‘Deconstruction’ y sin mayor pausa ‘Cancer’.
El sonido recién se volvía un poco claro, pero lamentablemente vendría la que sería la última canción en la presentación de los chileno-británicos. Con ‘Victimized’ se cerraría la presentación de los nacionales en este importante escenario, luego de lo cual Reissenegger repetiría el agradecimiento por estar junto a quienes, en sus propias palabras, son ‘los dioses del Metal’. La banda dejaba el escenario envuelta en un afianzado aplauso, pues todos sabían que la extensa espera de casi 11 años se acercaba a su fin y la salida al escenario de Metallica era inminente.
Setlist Criminal
- Self Destruction
- Hijos de la Miseria
- Rise and Fall
- Stillborn
- Collide
- 21st Century Paranoia
- Slave Master
- Deconstruction
- Cancer
- Vicitimized
Metallica
Luego de una espera que se alargo más de lo esperado, y cuando Santiago ya estaba cubierto por la oscuridad de la noche, se apagaron las luces y al son de la inmortal ‘The Ecstasy of Gold’ de Ennio Morricone, comenzó la proyección de las imágenes que inspiraron dicha tonada. Gritos al por mayor, histeria y un ensordecedor coreo del tema en cuestión, cual himno de barra brava. Con la salida de Hetfield, Ulrich, Hammet y Trujillo a escena el ambiente se torno insostenible. Los gritos envolvían a la banda mientras comenzaba la interpretación de la clásica ‘Creeping Death’ de forma bastante confusa, pues Lars Ulrich daba la primera muestra de que no estaba en su mejor noche con varios desaciertos en su interpretación. El sonido, demoledor. Entre el sector de Tribuna y Cancha VIP se escuchaba todo de forma muy clara y sumamente potente. Lamentablemente, la mayoría del público se quedó sin escuchar casi nada, pues en Cancha General el Linearray instalado para entregar sonido a los asistentes no daba el tono y guardaba silencio. En medio de la histeria generalizada, seguiría la tremenda ‘For Whom the Bell Tolls’ con notable interpretación del chicano Robert Trujillo. En Cancha General siguieron sin sonido hasta el final de dicho tema, pero respondían con muchísima energía y muestras de un fanatismo a prueba de fuego, pues aun con los problemas técnicos que no dejaban disfrutar de la integridad del show, corearon y moshearon el tema como si fuera el último de la vida.
Seguiría un clásico inmortal. Con ‘The Four Horsemen’ volvíamos al álbum debut de la banda y que, además, definió y dio cuerpo al movimiento Thrash a nivel mundial. Tomaban forma los primeros moshpit de la noche mientras la cara de los primerizos mostraba el nivel de éxtasis que alcanzaba, con solo tres temas a su haber, la acalorada noche. Durante la interpretación de dicho corte, en Cancha VIP se hizo notar el amplio matiz del público que se dio cita. Desde aperrados fanáticos de la banda que se hacían bolsa el cuello a headbanging y revoloteaban en los tímidos moshpit, hasta arreglados ‘papurris discoteque’ que estaban más preocupados de salir bien en sus autorretratos que del potente show que brindaban los norteamericanos.
Para seguir con un show que estuvo cargado a los clásicos, sonaría la tremenda ‘Harvester of Sorrow’ en un momento de ensueño para los más fanáticos de la banda, que de seguro fueron tomados de sorpresa por un tema que si bien no pertenece a la batería de clásicos de la banda, representa lo más selecto de su infinito repertorio. Durante la interpretación del corte sacado de ‘And Justice for All’ pude notar, nuevamente, varias pifias en la ejecución de las líneas de batería por parte de Lars Ulrich, que seguía mostrando la hilacha y daba justicia a las innumerables críticas que recibe por parte de la horde de fanáticos de los norteamericanos. James Hetfield se subía a la tarima que se dispuso tras la batería de Ulrich y provisto de una guitarra acústica, disparó los primeros acordes de la épica ‘Fade to Black’, que derivó en uno de los momentos más memorables de la noche, con encendedores y celulares adornando una oscuridad que resultaba una perfecta exégesis de lo que la banda interpretaba en el escenario.
Mientras el carismático Hetfield saludaba al público que se dio cita en el recinto ecuestre, la gente tomaba un respiro de lo que había sido una intensa primera media hora de show. Afortunadamente, ya toda la gente podía escuchar perfectamente a la banda y los ánimos estaban encendidísimos. Seguiría la presentación de los temas de ‘Death Magnetic’ que la banda ha venido tocando. El primero seria ‘That was just your Life’ y en seguida vendría ‘The End of the Line’. Es destacable para este caso la buena interpretación que la banda realiza en vivo y el peso que estos mismos adquieren en vivo, lo que le da un interesante plus a lo que es el registro en el disco lanzado durante el año antepasado.
De acuerdo a lo que el mismo Hetfield calificaría como “algo pesado”, seguía ‘Sad But True’ donde los antes mencionados papurris sacarían por fin la voz para corear uno de los temas más conocidos del laureado ‘Metallica’ del año 91’, donde nuevamente la banda interpretó con una potencia memorable el reconocido single. Seguirían dos cortes provenientes del reciente ‘Death Magnetic’, ‘Broken, Beat and Scarred’ y ‘Cyanide’, que dejarían con cara de incredulidad a varios (incluyéndome), que esperaban ver en vivo el que seguramente es el mejor tema que Metallica ha compuesto en mucho tiempo: ‘All Nightmare Long’, que debe ser EL tema que esperaba ver en vivo de la “Muerte Magnética”, ya que luego de la interpretación de los ya mencionados cuatro cortes de dicha placa, se dejaba en claro nunca se llevaría a cabo.
En seguida, y cual campo de batalla, el escenario provisto en el Club Hípico se llenaría de petardos, llamaradas, explosiones y fuegos artificiales en forma de bengalas. La razón era obvia, vendría ‘One’, quizás el tema más conocido -por el público más mainstream- de la época de oro de Metallica. Un momento mágico, en que todos se unieron al unísono del reconocido coro que versa “Hold my breath as i wish for death…”. El punto negativo, nuevamente, fue la pésima ejecución por parte de Lars Ulrich, que a estas alturas sólo califica como un insulto a la profesión de baterista, con constantes fallas en la ejecución de los patterns que el mismo danés grabara hace mas de 20 años. Aún con esto, la banda se llenaba de aplausos y coreos que daban cuenta del mágico momento que se estaba viviendo. Para continuar con las “sandías caladas”, llegaría ‘Master of Puppets’ que a nivel general resultó en una excelente interpretación y sobre todo, en una tremenda conexión banda público. Al fin y al cabo, buena parte de los asistentes conocían esos acordes como la palma de su mano. El muy acicalado Kirk Hammet cometió algunos errores durante los solos y algunos riffs, pero nada tan desagradable al oído como los fueron los innumerables errores que Ulrich había cometido anteriormente.
Luego de un nuevo agradecimiento de la banda para con el público, se apagaban las luces y comenzaban a sonar los acordes que fueron grabados el año 1984 para la apertura del majestuoso ‘Ride the Lightining’ y que daban a entender lo que vendría. Los demoledores riffs de ‘Fight Fire with Fire’ y sus apocalípticas profecías ofrecían el perfecto marco para un mosh de proporciones, que apareció tímidamente y sin mayor volumen, aún cuando el escenario se revistió con múltiples llamaradas que seguían al son la interpretación de dicho tema. Para bajar las revoluciones luego de aquel monumento al Thrash Metal, la pausa y melancolía vendría de la mano de ‘Nothing Else Matters’ con una notable interpretación de Hetfield que sin ser un guitarrista bien dotado, se desenvuelve con soltura como solista con las seis cuerdas. Además, y mientras la bandas interpretaba el que debe ser uno de sus hits más conocidos, nuevamente dijeron presente encendedores y los desagradables “papitos del flow”, que a esas alturas tenían aseguradas varias “fotiwis” para compartir con sus “amiwis”. Previo a la interpretación de dicho corte, Hammet se despacharía un solo bastante exótico que, en ojos de su propio intérprete, quedaría a la altura de un poroto comparado al solo que realizó en la presentación de la banda en nuestro país el año ’99.
Para seguir con los hits, vendría la pesadilla transformada en riff. Con ‘Enter Sandman’ el recinto capitalino prácticamente se vino abajo. Volvieron a estallar fuegos de artificio y tirando toda la carne a la parrilla, la banda se despacharía la mejor interpretación de la velada. Mal que mal, los versos que cantan al personaje de los sueños infantiles deben ser de los más interpretados en la historia de la banda, por lo que en la ejecución del tema, cual obrero, la banda completa se viste de overol y sin mayor contratiempo lleva a cabo su obra con excepcional galanura. Mientras esto sucedía, el multifacético Robert Trujillo giraba en la forma de un trompo con su bajo como centro.
Las luces nuevamente se iban a negro en lo que claramente era el primer -y en definitiva último- Encore del convite. Sin mucho trámite ni mayor clemencia de parte del respetable, los norteamericanos volverían al escenario haciendo el amague de tocar ‘The Frayed Ends of Sanity’ en lo que hubiera sido el broche de oro para quien escribe. Entonces, y de forma casi calcada a como quedara registrado en los excelentes DVD’s ‘Français Pour Une Nuit’ y ‘Orgullo, Pasión y Gloria’; además de lo que ha sido la tónica a través de toda su gira, la banda se despacharía un cover a la que, en palabras de ellos mismos, es una de las tantas bandas que influyó fuertemente a Metallica. El cover en cuestión resultó ser ‘Blitzkrieg’, que pertenece a la mítica banda inglesa del mismo nombre. Las caras de incertidumbre eran incontables, pero tampoco significó un punto bajo dentro del show pues, nuevamente, pudimos ver una potente y ordenada interpretación del tema que fuera incluido en ‘Garage Inc’, el renombrado disco de covers de Metallica.
A continuación, y dejando en claro que el show estaba concluyendo, Hetfield preguntaría al gentío si conocían el disco ‘Kill’em All’. La respuesta no se hizo esperar, y tras un par de repeticiones del cuestionamiento, los norteamericanos dispararían la notable ‘Whiplash’, rememorando sus mejores tiempos como artífices del Thrash Metal. Cuando por fin se armaba un mosh “Como Don Sata manda”, Metallica anunciaba su último mazazo de la noche que vendría de parte de la archiconocida ‘Seek & Destroy’, en un momento notable en que los ya cansados chascones sacaron las últimas reservas de energía que iban quedando para unirse a los distintos moshpit que se formaron en diferentes puntos de la cancha del recinto.
Luego de tal demostración de grandeza, una de las bandas más importantes en la historia y desarrollo del Metal dejaba el escenario, luego de una vorágine de corte mayor. Pero antes, vendría una alargada reverencia y despedida de parte de la banda con el público, que muchos esperaron (en vano) desembocara en la interpretación de un último tema. En resumidas cuentas, fuimos testigos de un show realmente impresionante, que adornado con muchos petardos, fuegos artificiales y llamaradas despachó todas las dudas respecto de lo que se podía esperar de Metallica luego de su última visita hace 11 años, momento temporal en que muchos de los asistentes al show de anoche aun tenían los mocos colgando y pedían todo lloriqueando. Quizás el único pero de la noche viene de la mano de la dudosa calidad interpretativa en algunos pasajes de la velada, pero que no empañan del todo la que fue una sólida y potente presentación.
Luego de un show que por poco superó las 2 horas, la banda daba por cerrada su esperada y polémica presentación en nuestro país, no sin antes dejar prometida una vuelta dentro del corto plazo, de parte de quien no me cansare de criticar como pésimo baterista, Lars Ulrich (Si aún queda alguien que le “preste ropa”, siéntase libre de putearme pero hágalo con argumentos). En todo caso, y si la memoria no me falla, durante la presentación del año ’99 fue el mismo Ulrich quien se comprometiera prácticamente de la misma manera. ¿Tendremos que esperar otros 11 años? Será el tiempo el que nos dirá.
Comentario: Ignacio Machuca Fritis
Fotos: Alvaro Pruneda, vía T4F