Pasada ya la primera década del siglo XXI, el periodismo de espectáculos menos especializado ha tendido a situar al sesentón John Michael “Ozzy” Osbourne más cerca de una morgue y bajo tierra, que irradiando energía en un show multitudinario. La realidad no puede ser más lejana, pues el legendario músico británico aterrizó por tercera vez en Chile para mostrar que aún con una extensa y exitosa carrera, y sus 62 años a cuestas; ha sido capaz de reinventarse a lo largo de los años y seguir haciendo -de gran forma- lo que mejor hace: subirse a un escenario y dar un espectáculo del más alto nivel.
Sepultura
Los encargados de encender los ánimos antes de la aparición de Ozzy, fueron los belorizontinos de Sepultura. Y aunque a algunos les cause escozor la costumbre de ver a los brasileños abriendo espectáculos en nuestras tierras, la verdad es que siempre será un gran agrado ver a la agrupación comandada por Andreas Kisser tocando en nuestro país.
Minutos antes de las ocho, y con un Movistar Arena con un poco más de tres mil personas, Sepultura daba inicio a una nueva presentación en nuestras tierras con el mismo comienzo al cual nos tienen acostumbrados, vale decir ‘Arise’, ‘Refuse/Resist’ y ‘Dead Embryonic Cells’, todas de un puro “paraguazo”. La respuesta de quienes ya se encontraban dentro del local al interior del Parque O’Higgins fue muy vehemente desde un comienzo, con algunos atisbos de mosh en la cancha y mucho cabeceo. El sonido era muy potente, aun cuando la batería del sólido Jean Dolabella y sobretodo la guitarra de Kisser parecía saturarse a momentos.
El espectáculo de los brasileños fue bastante similar a lo que pudimos ver el año pasado en el Big Metal Fest, cuando acompañaron a Anthrax y a los nacionales Dorso; salvo la exclusión de algunos cortes correspondientes al repertorio salido de los últimos años de carrera de Sepultura. El resultado de esta jugada: bastante esperable; porque cuando el combo interpretó temas salidos de sus más recientes producciones, como ‘Choke’ o ‘Seethe’, la recepción del respetable no fue tan eufórica. En cambio, con clásicos como ‘Troops of Doom’, ‘Escape to the Void’ o ‘Inner Self’ el resultado fue mucho más entusiasta. Los momentos más altos de la presentación de los brasileños se dieron con ‘Territory’ y el cierre con ‘Roots Bloody Roots’, quizás los temas más conocidos de la banda, que fueron coreados con mucho pulmón por los casi cuatro mil asistentes que a esa hora se daban cita en el recinto. Tras una hora exacta de show, los brasileños dejaban el escenario con el publico a sus pies y aplaudiéndolos a rabiar. No era para menos.
Si bien buena parte de la fanaticada del conjunto puede estar pidiendo a gritos el regreso en gloria y majestad de los hermanos Cavalera a la banda, en pos de un revival de lo que fueron las épocas de gloria de los brasileños; el cuento es que el cuarteto que completan Andreas Kisser, el corpulento Derrick Green, Jean Dolabella y el efectivo Paulo “Destructor” Pinto entrega shows de gran factura y que se basan, sobretodo, en solidez interpretativa y la entrega de grandes dosis de “energía musical”. Resulta difícil aventurar si acaso esta formación será capaz de sostenerse en la sola interpretación de los grandes clásicos que le dieran el nombre que ostenta esta agrupación, pero la única respuesta la tiene el tiempo. De todas formas, la actual alineación ya tiene un primer elemento, no menos importante: una formación solida y bien conjugada. Ahora, tan solo les queda definir el rumbo y dejar huella en él, como ya lo hicieran en el pasado.
Setlist Sepultura
- Arise
- Refuse/Resist
- Dead Embryonic Cells
- Convicted in Life
- Choke
- Seethe
- Troops Of Doom
- Escape To The Void
- Meaningless Movements
- Territory
- Inner Self
- Roots Bloody Roots
Ozzy Osbourne
Tras un pequeño refresco, y una pausa de un cuarto de hora aproximadamente, las luces se fueron a negro mientras sonaban las ya trilladas notas de ‘Carmina Burana’, obra de Carl Orff. Desde el fondo del tablado emergió solitaria la figura de la noche, Ozzy Osbourne, y aún sin haber dicho una sola palabra, ya tenía a los diez mil asistentes coreando su nombre con euforia. Segundos después, aparece el resto de la banda y el Movistar Arena grita a rabiar con ‘Bark at the Moon’. El sonido no era el esperado, pues el exceso de sonidos de baja frecuencia hacía desaparecer del espectro audible algunas piezas de la batería y buena parte de las frases para guitarra. En la cara de Ozzy la sonrisa figuraba imborrable, pues la respuesta del público desde un comienzo ensordecía y en los coros hacía desaparecer la voz del mítico músico británico.
Pero ello no importaba, sobre el tablado una estrella brillaba con luz propia y se llevaba todas las miradas. Dando vueltas como demente y moviéndose de forma no-acorde a su edad, el legendario Ozzy irradiaba una energía y alegría difícil de describir, que dicho sea de paso hace olvidar los ripios que se pueden notar en el nivel vocal e interpretativo del cantante. Solo aquellos que lo han visto en directo saben de qué hablo. Sin decir una sola palabra, y solo con muecas de aquellas a las que nos tiene acostumbrados, el “come murciélagos” se llevaba la afición al bolsillo para despachar ‘Let me Hear you Scream’, que a la postre sería el único guiño a Scream (2010), su más reciente producción. Le seguiría la tétrica ‘Mr. Crowley’, momento en que se notó aún más el exceso de bajos antes mencionado. Con ‘I Don’t Know’ el ambiente se mantenía mientras sobre las tablas el inglés ya comenzaba a meter su cabeza dentro de los baldes que, de forma típica, refrescan su cabeza. Las contorsiones faciales eran constantes y la alegría contagiaba a todos los presentes.
En tanto, comenzaba a irrumpir la figura de Gus G, relevo en guitarras de Zakk Wylde; quien sin intentar eclipsar a Osbourne como figura principal sobre el proscenio, destaca con su soltura en las seis cuerdas y un gran desplante escénico. En tanto, el sobrio Adam Wakeman (que dicho sea de paso, es el hijo del legendario tecladista Rick Wakeman) dejaba su posición habitual y tomaba una guitarra para la interpretación de la grandiosa ‘Fairies Wear Boots’ de Black Sabbath, en la primera de las composiciones de la influyente banda inglesa que sonarían en la noche. De vuelta a la discografía solista de Osbourne, sonarían ‘Suicide Solution’ seguida de ‘Road to Nowhere’, en tanto que la fiesta en las gradas seguía con la misma energía que desde el comienzo del espectáculo.
Uno de los momentos memorables de la velada llegaría con la clásica ‘War Pigs’, que derivó en el ensordecedor coreo de uno de los riffs más reconocibles dentro de la historia del Metal y el Rock. Por suerte, a esas alturas el sonido ya no era tan desbalanceado y encontraba un gran nivel. Por su parte, Ozzy seguía dando muestras de su personalidad e histrionismo, sin dejar de lado los clásicos “manguerazos” a los espectadores que se encontraban más cerca del escenario. Luego de la infaltable presentación de los integrantes del conjunto y los correspondiente aplausos; y siguiendo con la artillería pesada, sonaría ‘Shot in the Dark’ que resultó en otro fragoso coreo con que el respetable dibujó una enorme sonrisa en la talante de Ozzy.
Con ‘Rat Salad’, otra tonada sacada del repertorio de Black Sabbath como excusa, se daría el espacio a los músicos de la banda para lucir sus dotes sobre el plató. En primer lugar fue Gus G quien mostrara su talento, para luego dar lugar a un comedido Tommy Clufetos, quien más que mostrar dotes técnicas se dedicó a entretener a la audiencia e interactuar con ella durante la interpretación de su solo (detalle aparte: el músico instaló un vistoso Gong que sólo vino de paseo a nuestro país, pues nunca lo utilizó). Tras esta ronda de solos, que demás está decir estuvo de sobra y perfectamente pudo dar lugar a la interpretación de algún “temón” como ‘No More Tears’, ‘Perry Mason’ o ‘Goodbye to Romance’; siguió la siempre efectiva ‘I Don’t Want to Change the World’ para finalizar la primera “patita” con el tema que quizás es el más querido de la carrera solista del oriundo de Birmingham: la potente ‘Crazy Train’. La histeria colectiva se volvía insostenible y la enérgica reacción de la multitud encontraba resultado en un Ozzy Osbourne vuelto orate. Tras los agradecimientos, la agrupación en completo dejaba la escena, pero dejando en claro que volvería.
La afición comenzó a solicitar el regreso de los artistas de inmediato, toreados desde el backstage por quien pareció ser el mismo Ozzy. Y sin mayor trámite, los músicos volvían para interpretar la conocida ‘Mama, I’m Coming Home’, y luego rematar con la inconfundible ‘Paranoid’, punto en que el coro interpretado por la audiencia nuevamente pareció enmudecer al quinteto en su totalidad. Ozzy nuevamente sonreía y con gran alegría alentaba al público a corear el inmortal riff; para finalmente agradecer de todas las formas existentes a los asistentes por la gran recepción que brindo al británico en su tercera visita a nuestras tierras. Los músicos se abrazaban y hacían una infaltable reverencia frente a un público que los aplaudió hasta el cansancio. Tras un poco más de noventa minutos de show, Ozzy y sus acompañantes comenzaban la retirada definitiva y con la imagen de las luces del recinto prendidas, se hacia el llamado implícito a dejar el lugar para emprender rumbo de vuelta a casa.
Quizás esta tercera visita de Ozzy Osbourne dejó un sabor amargo entre los asistentes por su corta duración y la exclusión de alguno de los temas de cabecera del repertorio del “Madman”; pero en resumen fuimos testigos de un show de gran factura técnica, que no decayó en ningún momento y se estructuró en torno a un setlist elegido con sumo cuidado, pues en todo momento sorprendió y entretuvo constantemente a los más de diez mil asistentes a éste. Es en eventos como éste cuando uno se pregunta si los periodistas de espectáculos realmente se preocupan realmente de éste aspecto; porque aún cuando Ozzy pueda dar más que hablar por lo que hace y/o dice fuera del escenario, la energía, alegría y desplante que muestra sobre las tablas hace olvidar todo lo polémico, bohemio o políticamente incorrecto que el británico pueda ser en el día a día. Es que en el fondo, la leyenda viviente en que se ha convertido Ozzy Osbourne, el “Principe de las Tinieblas”, o como le quieran llamar; no es más que la imagen andante un rockero de la vieja escuela. De los que están en extinción.
Setlist Ozzy Osbourne
- Bark at the Moon
- Let Me Hear You Scream
- Mr. Crowley
- I Don’t Know
- Fairies Wear Boots (Black Sabbath)
- Suicide Solution
- Road to Nowhere
- War Pigs (Black Sabbath)
- Shot in the Dark
- Rat Salad (Black Sabbath)
- Iron Man (Black Sabbath)
- I Don’t Want to Change the World
- Crazy Train
Encore:
- Mama, I’m Coming Home
- Paranoid (Black Sabbath)
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