Sin duda, la visita de Paul Di’Anno a Chile generaba expectativas por varias razones distintas: Primero que todo, la presentación de Di’Anno convertía al 2008 en el año de Iron Maiden, tras realizar su gira en Latinoamérica poco tiempo después del exitoso “Somewhere Back in Time Tour” de la doncella de Dickinson. El año de Iron Maiden, pero de la vieja escuela.
Por otro lado, este concierto era una revancha tanto para el primer frontman de Iron Maiden como para los fans chilenos, donde recordemos que, el año pasado, el concierto que brindó el inglés en nuestro país debe ser uno de los peores recitales que se hayan hecho en el último tiempo en nuestras tierras: desorganización, poca seriedad, mal sonido, mal local, problemas de tiempo y un millón de otros factores que en esta misma tribuna se los hicimos saber a todos ustedes, convirtiendo la que prometía ser una velada inolvidable, en una jornada para el olvido.
En fin, Paul Di’Anno ya estaba en Chile y todo indicaba que la noche del 24 de Abril no sería cualquier noche; el mismo vocalista lo había anticipado en la conferencia de prensa realizada el miércoles 23 en el Hotel Kapital, señalando que “este concierto será mucho mejor que el del año pasado“, agregando también que se encontraba “sumamente motivado de lo que pueden ser estos conciertos acá en Chile, debido a que el público de este país es muy especial… Realmente dan ganas de hacerse mierda cantando en el escenario”. La asistencia al evento nos confirmaba la expectativa existente, estando el Galpón Victor Jara casi al máximo de su capacidad.
La jornada comenzó con Genghis Khan, una banda nacional, tributo a Iron Maiden, que por un tema netamente de descoordinación, llegué antes al galpón y tuve que ver una parte de su presentación. No hay nada más que decir al respecto de esta banda…
Ya finalizada su presentación, vino un momento de larga espera para el plato de fondo. No sé si fue una falla de la producción, un capricho de Di’Anno o una combinación de ambos, pero me parece una falta de respeto, sobre todo para la gente que trabaja y estudia, que se juegue de tal forma con los tiempos: todo estaba programado para las 21:00. Sin embargo, un gordo y estático (debido a su lesión en la pierna) Di’Anno entró al escenario cuando el reloj marcaba las 12 de la noche. No obstante, aquí se ve el poder de los ídolos sobre las masas: bastó que el ex vocalista de la doncella pusiera un pie en el escenario para que se desatara la locura en el público. Tras una corta introducción se dio inicio al show con The Ides of March, para luego dar paso a Wrathchild. Un comienzo potente, con algunos problemas de sonido (dificultades con la segunda guitarra y algunos acoples del micrófono), pero aceptable, dentro de lo que son las capacidades del recinto. La noche prosiguió con Prowler, el tema que abre la discografía de Iron Maiden. Una canción muy potente que tenía al público literalmente vuelto loco.
Tras ese poderoso comienzo, interpretó Marshall Lockjaw, tema de su proyecto ya extinto Killers. A pesar de que era evidente que el público solo quería escuchar canciones de Iron Maiden, hubo una gran recepción. Es más, cuando terminó la interpretación, el público coreaba “ole ole ole ole, Di’anno, Di’anno”, a lo que el cantante contestaba “no canten eso, no soy un rockstar. Ustedes son mis amigos, somos una familia”. Un extraño voto de humildad de un ser conocido no precisamente por eso. La noche prosiguió con Murders in the Rue Morgue, un temazo proveniente del disco Killers que con una mezcla de cantos guturales y chillones, mantenía al tope la efervescencia de los fans. Tras el primer apagón de luces, el vocalista volvió con The Beast Arises (tema dedicado a su primera esposa) y Children of Madness, canciones de Killers y Battlezone respectivamente. Cabe destacar que, a estas alturas, ya se empezaba a notar el cansancio producido por el gran atraso. Mucha gente comenzó a abandonar el galpón, conducta que con el pasar de la noche se vió en aumento.
Con una nueva dedicatoria, ahora para Clive Burr, baterista insigne de los primeros discos de la doncella, prosiguió para interpretar uno de los mejores temas de Iron Maiden de la era Di’Anno: Remember Tomorrow. Un tema que mezcla emotividad y potencia y que el vocalista lo interpretó como se merece, dejando, además, en el pasado la bochornosa interpretación de esta misma canción. Tras este espectacular momento, volvió a recordar su etapa post Maiden, con A Song for You. Eso sí, tras ella, llegó el momento mas esperado y emocionante para los fans: Killers (con dedicación a los terroristas, en especial a Bush) y Phantom of the Opera que fueron tocadas por Di’Anno y los suyos transformando el Galpón Victor Jara en una verdadera caldera. Si bien, estos dos deben ser de los temas favoritos del público de los primeros discos de Iron Maiden (en lo personal, Phantom of the Opera lo posiciono entre mis 3 temas preferidos de la carrera de los ingleses), dejo entredicho otro de los problemas de Di’Anno en sus giras sudamericanas, que es el hecho de no poder realizar una gira sin una banda estable y consagrada, por lo que a ratos, y sobretodo en canciones de una mayor complejidad técnica como estas, las interpretaciones no eran perfectas (hay pasajes en los que la ejecución es notoriamente mediocre), pero en ningún caso, se logró empañar una presentación muy encendida. Fue un momento que seguramente quedará grabado en la mente de los asistentes por mucho tiempo gracias al descomunal mosh y a las incontables latas de cerveza que caían al escenario.
Llegaba Runing Free (interpretado junto a Jason Droguett, vocalista de Genghis Khan) y el recinto ya se encontraba a esas horas a la mitad de su capacidad; la gente no paraba de irse a pesar de tener claro que el show no había terminado. Así, luego del último brake, el vocalista volvió con Transylvania, para luego interpretar un cover de Ramones y cerrar con la mítica Sanctuary. Eran un poco menos de las 1:30 y los que aun quedábamos emprendíamos rumbo de vuelta a nuestros hogares, para el otro día despertarse temprano, ya fuera para estudiar o trabajar.
En resumen, sin duda este concierto de Paul Di’anno en Santiago superó con creces a la venida del mismo en el 2007. Siendo muy claros, no fue una jornada perfecta, pero de todas formas ver a Di’anno en vivo, aún cuando su capacidad vocal ya se encuentre bastante limitada, es y será siempre un placer y un lujo. A muchos nos hubiera gustado ver más sorpresas, así como Drifter, Purgatory, Charlotte the Harlot o Twilight Zone, pero sin duda escuchar himnos a la altura de los interpretados anoche, de la mano de la voz que se plasmó en nuestras mentes, es una experiencia única. Una experiencia que quedará en las mentes de los fans de la doncella de hierro y de Di’Anno, hasta que venga nuevamente Bruce a borrar esta presentación.
Review: Damian Vergara
Fotos: Sandra González
Galeria de Fotos