Hasta hace unos cuantos años, parecía un sueño bastante lejano y casi imposible el poder ver en vivo a Dream Theater, sobre todo porque acá en nuestras tierras la banda de Long Island no gozaba de una popularidad que llenara estadios, ni que vendiera una cantidad considerable de discos. Para que no se alarmen, estoy hablando del año 94′, cuando recién empezaba a circular el disco Awake por alguna que otra tienda de Santiago. 14 años después el cuento es totalmente diferente. Con una reputación que los hace conocidos más allá del circulo metalero-rockero, los norteamericanos gozan de una popularidad y efervescencia entre su público que sorprende. Teniendo en el papel el que en la primera presentación que la banda hizo en nuestro país, el año 2005, se dio el record histórico de asistencia para los norteamericanos a nivel mundial, Dream Theater llegaba al Arena Santiago a demostrar por qué son una de las bandas más importantes de la escena del Rock/Metal progresivo a nivel mundial. Y vaya que lo dejaron claro.
Tal como informamos a su debido tiempo, los encargados de dar el vamos fueron los chicos de Delta, quienes fueron elegidos por el mismísimo Mike Portnoy para tal faena. Con mucha energía, los capitalinos no tuvieron muchos problemas en hacer que el público prendiera como pasto seco con la propuesta que otorgan. En una opinión bastante personal, el sonido no estuvo muy del lado de la banda ya que la batería en muchas ocasiones se “comió” al resto de la banda, y además el sonido de ésta, durante gran parte de la presentación, estuvo demasiado apretado, haciéndola sonar demasiado cargada a las frecuencias bajas, con unos medios y altos sencillamente ausentes. Aun así, las ganas y efervescencia que la banda entregó contagió a buena parte de las más de 10 mil personas que llegaron hasta el recinto del Parque O’higgins.
Con un puñado de temas que no pertenecen a su repertorio más conocido, más aquellos que acostumbran a tocar en ocasiones como ésta (por ejemplo Symphony X, el año pasado) como Black and Cold, Two Bullets y Burning Soul, Delta ofreció algo así como media hora de show en que durante buena parte de éste tuvieron al público en el bolsillo, y a sus pies, muy por el contrario a lo que estamos acostumbrados a ver en el caso de bandas nacionales teloneando shows de corte internacional. Sin tener una puesta en escena tan exuberante, la banda entregó un show potente y sin respiros, y derrochando energía sobre el escenario retroalimentó al respetable, generando un cálido ambiente que como mencioné me gustaría para todos y cada uno de los teloneos de bandas nacionales. Desde este humilde sitio, todas las felicitaciones pertinentes a los chicos de Delta, que son un ejemplo claro de que cuando se quiere, se puede. Un aplauso, y de pie, para ellos.
Con una espera que casi pasó desapercibida gracias a un puñado de versiones tipo Apocalyptica, cortesía de The String Quartet, de algunos clásicos de Dream Theater, se vino el plato de fondo. Con Also sprach Zarathustra en versión Dream Theater, el Arena Santiago se vino abajo. Gritos, histeria y más gritos, como si se tratara de una banda popera de aquellas que producen desmayos y llantos. Por un momento hasta pensé que los Backstreet Boys se habían dejado chasca y guata. Pero no, era Dream Theater, la misma banda que hace años me hacia dar vuelta Santiago en busca de una copia de Awake. Con Constant Motion, corte perteneciente a su última placa, seguida de Never Enough empezaba una velada que si bien fue menos extensa que la primera vez que “Dream” visitó nuestro país, sería quizás mucho más emocionante y potente.
Y tan solo con el primer corte en plena ejecución, quedó claro el porqué del cambio de recinto, ya que si hay algo que quizás todos odiamos de la Pista Atlética, es lo irregular y poco claro que es el sonido que se da en ese lugar. El Arena Santiago, por el contrario, cuenta con una acústica de gran nivel, quizás no como el Teatro Caupolicán, pero aún así el sonido siempre estuvo rozando la perfección. Con el sonido de su parte, Mike Portnoy y compañía fueron descargando uno a uno batatazos pertenecientes a su última placa (que desde ya diré no me gusta para nada) mas Blind Faith, un notable tema que pertenece a Six Degrees of Inner Turbulence, con lo que los gritos y la histeria se tornaron insostenibles. Luego, y en el primero de los momentos memorables de la noche, vino un corte perteneciente al disco que lanzó a la banda a la fama. Con Surrounded muchos empezábamos a sentir que “la entrada ya estaba pagada”. Una versión alargada del tema perteneciente a Images & Words, incluyendo notables guiños a Pink Floyd y a Marillion de por medio, se veía complementado con una puesta en escena brillante, que sencillamente hacía pedazos la pobre puesta en escena que la banda realizó el año 2005. Todo acorde a la temática de Systematic Chaos, con semáforo, poste de alumbrado y hormigas (que no pasaron desapercibidas) incluidas.
Con The Dark Eternal Night, volvíamos al presente, a Systematic Chaos, donde a modo de aderezzo un gracioso video se proyectó en la pantalla que acompaño a la banda durante el show, en que se mostraba a la banda completa, caricaturizada y con súper-poderes acordes a cada integrante (notable el poder que tenía Mike Portnoy, un súper escupo, al más puro estilo de los auquénidos del norte de nuestro país).
Quizás a modo de sorpresa, vendrían en el mismo orden que la trilogía A Mind Behind Itself (tal como en aquel disco que no me cansaré jamás de escuchar e idolatrar) Erotomania y Voices, recordando y dejando en claro que aún con el paso del tiempo las placas “viejas” de la banda siguen siendo las preferidas por gran parte de la galería, que coreó de manera perfecta las estrofas escritas hace ya tanto tiempo por el corpulento John Petrucci.
Forsaken es a mí parecer uno de los cortes más destacados de Systematic Chaos, y en vivo no decepcionó, y a más de alguno de los fanáticos que alborotaban el Arena Santiago se le vio coreando vehementemente aquel tema. A esas alturas, el show cayó en un leve letargo, que fue magistralmente diluido con otro clásico de aquellos, Take the Time, en que el fervor de la galucha se hizo ver más fuerte aún, con un público que coreaba palabra a palabra la letra de uno de los mejores temas de Images and Words, la majestuosa placa lanzada el ya lejano año 1992. Un momento memorable, que ni en los años en que escuchaba a Dream Theater en cassettes me imaginé podría vivir en vivo.
En seguida, vendría el que en mi humilde opinión fue el punto más bajo del show, no por show o espectáculo en sí, si no que por sopor. Si bien hay una buena parte de la fanaticada de Dream Theater que agradece y venera el malabarismo instrumental, hasta hace unos cuantos años ese malabarismo la banda lo usaba como accesorio, y no como medio. Me explico: In the Prescence of Enemies es un tema que no calza precisamente en la clasificación de “oreja”, estamos claros. Aún así, para un oído acostumbrado a los sonidos progresivos, es agradable. Un desarrollo musical claro y bastantes destellos de virtuosismo, que lamentablemente en vivo la banda exacerba a un nivel que llega a ser intolerable. Es aquí donde se hace notar la diferencia entre el viejo con el nuevo Dream Theater. Si bien el ancho de su repertorio musical contiene pasajes de malabarismos estos no llegan a un nivel intolerable (como otros músicos de la década de los ochenta si hacían con sus discos solistas), la banda de los ex alumnos de Berklee antiguamente no caía en excesos a la hora de demostrar técnica o virtuosismo en sus respectivos instrumentos. Por el contrario, actualmente la banda basa gran parte del show en esto, en su virtuosismo, dejando de lado el tema netamente musical que tan bien desarrollado tiene la banda.
Para algunos Dream Theater es una banda sin corazón, sin feeling, pero para quienes realmente si nos cautivamos con feeling que la banda transmite, que éste se deje de lado en favor del espectáculo instrumental no deja de ser lamentable. Aquí es donde está la diferencia que quería hacer notar, ya que en el presente los shows de la banda giran en torno a la cantidad de notas por milisegundo que cada uno de sus integrantes puede interpretar, y lamentablemente hasta hace no mucho tiempo esto pasaba a ser una parte del espectáculo, teniendo como eje central el feeling y esa comunión inexplicable con el público. Quizás esa es la diferencia entre una banda de Rock Progresivo y una de Metal Progresivo.
Aún así, el público respondía con aplausos y fervor la interpretación de ambas partes de In the Prescence of Enemies, después de lo cual se vino el infaltable Encore en que todos nos quedamos sentados esperando que la banda volviera al escenario, coreos y aplausos mediante. Uno a uno los integrantes de la banda respondieron a la petición del público, con John Petrucci como protagonista interpretando la intro de Xanadu (Rush) como intro al Medley que la banda interpretaría a posteriori. Con la maravillosa primera parte de Trail of Tears, llamada It’s Raining, comenzaba el Shmedley Wilcox que la banda ha estado interpretando durante todo el Chaos in Motion Tour. Seguida por Finaly Free, el único guiño que la banda hizo al celebrado Scenes from a Memory, vino un nuevo recuerdo junto a Learning to Live, que seguida por In the Name of God y la última parte de la majestuosa Octavarium, Razor’s Edge, cerraron una noche llena de sorpresas.
Para no extender más aún el presente artículo, me gustaría recalcar la notable pasada que tuvieron nuestros compatriotas de Delta por un escenario que siempre será complicado como lo es abrir el show de Dream Theater, más aún teniendo en cuenta que tal como muchos de los asistentes comentaron, el show del día Sábado 1 de Marzo fue en su mayoría para los más fanáticos de la banda, que prefirió gastar sus lucas en ver a la banda de New York que a Iron Maiden. Es por esto que este show, a mi gusto personal, fue muchísimo más que la vez en que la banda se presentó en la Pista Atlética a fines del 2005. Pero quedo claro que estos dos años no pasaron en vano, y Dream Theater recaló en Chile para demostrar que al contrario de lo que sucedía cuando estaban lanzando Awake, el fervor que generan en nuestra larga y delgada faja de tierra llega a niveles tan insospechados, que vez que toquen piso criollo, llenarán hasta el tope el recinto en que les corresponda presentarse.
Review: Ignacio Machuca F.
PD: Las disculpas del caso por no tener fotografias de lo que fueron tanto el show de Delta como el de Dream Theater. A pesar de que hicimos todos los esfuerzos para conseguir por lo menos acreditación para un fotografo, nos fue imposible. De todas maneras, toda ayuda de nuestros amables lectores es bien recibida. Si tienen buenas fotos, no duden en mandarlas a contacto@collapse.cl.