Review: Gotthard, HammerFall y Edguy en el Teatro Caupolicán

El 10 de diciembre era una fecha importante para los seguidores del Heavy/Power Metal, pues la visita de Gotthard, Hammerfall y Edguy no dejaba indiferente a nadie. En las siguientes he procurado describir en el menor número de palabras posible, aquella experiencia. Todo un desafío.

Gotthard: Una verdadera navaja suiza

Con una rigurosa puntualidad, a las 20:01 se apagaron las luces y Gotthard por fin volvía tras 2 años de ausencia. Con un Nic Maeder que se lució en las voces, la banda se presenta con mucha energía y una cierta sorpresa al ver que buena parte del público coreaba sus canciones. “Let me in” daba paso a “Bang!” que sonó estruendoso, destacando por cierto la prolijidad de Leoni a la guitarra, con un solo al más puro estilo Jimi Hendrix.

“Right On” continuó con la energía y buen desplante de la agrupación. Por medio de un talkbox el público responde “Yes!” a un “Are you ready for the party?”

Con el mismo carisma fueron desfilando otros himnos de la banda, como “Master of Illusion” o “Remember It’s me” hasta llegar al icónico “Lift U up”, la antesala para que caiga el telón. A pesar de que -aparentemente- la banda se creía poco conocida en esta faja de tierra, estaban bastante equivocados. El respetable coreó hasta el último verso en “Anytime, Anywhere”. Espero que Gotthard vuelva a girar por estas tierras, pero como cabeza de cartel. Es justo y necesario.

Hammerfall: Un glorioso reencuentro

(r)Evolution era la excusa para retornar tras 7 largos años. Personalmente no tuve el honor de estar presente en esta mítica presentación el año 2007, pero me quedó claro que buena parte de los presentes, sí. De allí lo interesante de la propuesta que se vendría.

Así fue como “Hector’s Hymn”, presentó lo nuevo de los suecos, pero fue “Any means necessary” y “Renegade” la que destrabó al público, que se entregó sin mediar obstáculo a las poderosas distorsiones y el doble bombo. “Bang your head” y “Blood bound” destacaron con un Cans muy cómodo sobre el escenario.

Era imperativo volver más al pasado, a los tiempos del glorioso “Legacy of Kings”, cual de la mano de “Let the hammer fall” que fue coreada por todos, despedazando más de algún tímpano.

No contentos con tamaño viaje por el tiempo, los suecos continuaron con “The Metal Age” y un “Last man standing” que fue interpretada, al menos un par de minutos, con una sola guitarra, pues Joacim tuvo problemas con la suya y debió hacer los coros sin su instrumento.

“¿Mañana irán a trabajar o a la escuela?”, preguntó Cans, recibiendo un potente “no” de respuesta, que todos sabíamos que era mentira. Y es que nadie quería abandonar el Caupolicán, todos queríamos que Hammerfall tocara, una dos horas, tres horas más. Pero el tiempo es limitado y sabíamos que lentamente nos acercábamos a la despedida. Fue allí cuando sonó “Bushido”, un corte bastante nuevo, pero que no tuvo nada que envidiar a los anteriores.

En tierra derecha suenan los nostálgicos pianos de “Glory to the Brave”, la cual fue seguida de un “Les prometo que no volverán a pasar 7 años para que volvamos”, recibido con un emotivo aplauso de los presentes.

“Hammerfall”, “Templars of Steel” y una potentísima y siempre deseable “Hearts on fire” remataron un concierto de lujo. Muchos quedamos con sensación de que fue muy poco lo que los suecos entregaron. Se extrañaron más clásicos, pero convengamos en que es difícil -sino imposible- dejar a todo el mundo feliz.

Edguy: Los ministros de Babylon

Ya un poco agotados física, mas no mentalmente, nos preparábamos para el cierre de la jornada. A las 23:20 horas y tras la correspondiente obertura suena una entretenida “Love Tyger” que recibe en gloria y majestad a un Tobias Sammet. Acto seguido continuamos con más “Space Police – Defenders of the crown“, pues “Space Police” continuaba esta odisea.

Sammet, con su carisma de siempre, destacó como el gran frotman que es, bromeando y anunciando que reduciría el setlist debido a que ha sido una larga noche para posterior tocar un verdadero clásico: “All the clowns”. El Caupolicán estaba de fiesta.

Es allí cuando nuevamente el otrora mente maestra de Avantasia, reflexiona sobre una canción “muy seria” dedicada a un excelentísimo hombre, una persona abnegada y valorable “and this person… I’ts me!”, remata, con las risas del público y los acordes de “Superheroes“, que por cierto no pudo sonar mejor. Un verdadero deleite a los oídos, tanto por su interpretación en directo como por representar – a juicio personal- el mejor disco de su carrera.

Continúa el concierto con advertencias de que este estaba siendo registrado ¿Para qué? Según Sammet, dependería de los gritos del público: el público estaba en sus bolsillos, todos rendidos a sus pies. Y lo sabía. “Hoy presentamos el disco nuevo: Space Police – Defenders Of The Crown“, decía, con un desenfrenado grito de los presentes. Todos queríamos estar en ese registro. Todos éramos parte del juego.

Tras unas innecesarias comparaciones con el público brasilero sonó “Defenders of the Crown” y posteriormente otro majestuoso retorno al pasado: “Vain Glory Opera”, la cual procede a un descanso de la agrupación mientras Felix Bohnke se luce con un solo en batería que incluye la intro de “20th Century Fox” y la Marcha Imperial de Star Wars. Épico.

Un concierto de Edguy no es un verdadero concierto sin oír algo del “Tinnitus Sanctus“, a mi juicio un excelente disco, pero muchas veces injustamente incomprendido. “Ministry of Saints” deslumbraba con unas rockeras distorsiones que luego dieron paso a la emotividad de “Land Of The Miracle“.

Los gritos de “Babylon” no dejaban de sonar. Sammet los toma con humor y comenta, medio en broma medio en serio, “Cuál es el problema con Sudamérica, siempre quieren escuchar las rápidas”. Así es como finalmente suena esta obra maestra del power metal. El público se entregaba en cuerpo y alma, “Time to go”, gritaban; Sammet respondía: “back where I belong…”. Y es que nadie puede impedirnos de construir las hermosas torres de Babilonia. Nadie.

En el climax máximo del show, cuando ya nada podía ser mejor suena el teclado que introduce “Tears of Mandrake”. Edguy abandona el escenario. Entramos en tierra derecha. Tras un momento, los alemanes vuelven para nuevamente bromear sobre Brasil. Y es que el tema que venía hablaba sobre el país de la samba. No obstante, tendría una adaptación para hacerlo “chileno”. “Lavatory love machine” sonaba reemplazando en la lírica a Brasil por Chile.

Finalmente “King of fools”, coreada a unísono, remata con broche de oro una maratónica, pero impecable jornada. La puntualidad, el ánimo de las bandas y del público, que no claudicó ante tantas horas encerrado en plena mitad de semana, fue la nota alta de una gran noche. Espero volver a ver a este trío dinámico. Aunque ojalá por separado, para distrutar aún más lo mejor del Rock y Power Metal Europeo, a estas alturas, verdadera escuela en el género.