El 2014 hasta el momento se ha perfilado como un año bastante favorable para los fanáticos de los sonidos más progresivos. En los últimos meses hemos recibido visitas de gigantes como Transatlantic y Focus, siendo esta tercera venida de Marillion con un show doble para nuestro país, la confirmación de el buen y afortunado momento en que se encuentran los seguidores del RockProg. Sobretodo si consideramos el hecho de que el tour que trajo a los Británicos de regreso, no es otro que su “Best Sounds Tour 2014”, un repaso obligado por los highlights de su carrera y un must para todos los que han seguido de cerca el trabajo de Steve Hogarth y compañía.
Con un leve retraso, cuando el reloj indicaba las 21:17 horas, las luces del recinto de San Diego se apagan fulminantemente para dar paso a los primeros sonidos de la velada. Los músicos uno a uno llegan a escena, para empezar con la magistral Gaza del Sounds That Can’t Be Made. Un tema extraño para dar inicio a un recital, si consideramos su duración de más de 17 minutos, pero que no deja de sorprender y encantar con todos sus pasajes más melódicos, para llegar a momentos más pesados con toda esa esencia NeoProg tan característica del conjunto. Steve Rothery por su parte, demostró desde el primer momento ser todo un caballero de la guitarra, con un feeling constante y sonante para hacer sonar las cuerdas.
Para describir la reacción que tuvo Hogarth con la recepción del respetable público, nos quedamos cortos si usamos la palabra impresionado, ya que éste abría sus brazos, sin creer el griterío vivo que estaba presenciando frente a frente. Fue así cómo con un impactado cantante, la banda da paso a Easter, un temazo del Seasons End, el primero que compusieron juntos con el actual vocalista, cuando éste llegó a la banda por allá por el 89. Un momento que marcó un puntapié inicial épico por decir lo menos, con Kelly luciéndose en los teclados y con Steve Rothery en la guitarra de 12 cuerdas sacando melodías exquisitas, con una masa rockera en cancha y galería que no destiñó en ningún momento y acompañó verso a verso a los cinco músicos en escena.
Luego de un jugueteo por parte de la banda que se dedicó a musicalizar los típicos gritos de “Wooo oooh oooh oh”, nos adentramos en la emocionalidad de Beautiful, y el vozarrón de “H” que en conjunto del incesante cántico de los presentes, lograron llenar todos los espacios del Caupolicán con ese potente coro de “All the leaves turn from red to Brown… To be trodden down…”. Todo esto mientras por un lado Rothery daba cátedra con una guitarra eléctrica de doble mástil, y por otro lado, el frontman del quinteto recibía una bandera que lució orgulloso en su cuello durante la canción.
Volvemos a Sounds That Can’t Be Made con la interpretación de Power, canción que ya marca la tónica del evento, cargada a todos esos hits más calmos y parsimoniosos del quinteto, que son el alma y espíritu de esta agrupación, porque Marillion es justamente esa otra cara del rock: un rock más sofisticado, elegante y tranquilo, un conjunto de emociones e intensidades para disfrutar.
Con esa misma premisa, llega You’re Gone del Marbles, que con sonidos más noventeros (a pesar de ser del 2004) a ratos recuerda inclusive a bandas como U2. La noche sigue con Man Of A Thousand Faces, canción que los asistentes siguen con las palmas de forma natural y que nos llevaría a No One Can, corte en el que pudimos ver una faceta mucho más cercana de “H”, que se acercó en más de una ocasión a estrechar las manos de los fans que estaban en primera fila. Por su parte el respetable se mantiene en un trance hipnótico, siguiendo cada movimiento de los músicos en escena, destacando al tremendo Pete Trewavas en bajo, quien de muy bajo perfil (y estatura) se luce con sendas líneas de bajo entre canción y canción.
Warm Wet Circles, es la primera tonada de la época Fish en sonar en todos los rincones del recinto de San Diego, y el público lo sabe, porque corea y disfruta tamaño clásico del Clutching At Straws. En lo personal, me reconozco un fanático acérrimo de la época Fish de Marillion, pero Hogarth supera la prueba con creces y no destiñe ni por un segundo, sobretodo cuando la que sigue es That Time Of The Night (The Short Straw), canción que aparece en el mismo orden que si estuviéramos escuchando el disco. Un lujo.
Cuando creíamos que Marillion había demostrado por completo lo que son como conjunto, sorprenden a todos los presentes con tres de las canciones más rockeras y movidas de la jornada: Cover My Eyes (Pain And Heaven), que nuevamente nos vuelve a refrescar con esos pasajes más Rock/Pop cercanos al U2 de los noventa, para seguir con la intensa The Uninvited Guest, y de cerca la rápida y rockera Hooks In You, donde la conexión de la banda con el público quedó más que demostrada, destacando al tremendo Ian Mosley en la batería quién llevó la batuta en esta pisada al acelerador, que fue una verdadera inyección de energía para lo que se vendría.
La banda deja el escenario, y las pifeas se hacen sentir de inmediato junto a los incesantes “Woo oooh oooh oh”. La inquietud del público es correspondida casi de inmediato, con el regreso del quinteto a escena, que es sorprendido por un espontáneo grito de “Chi Chi Chi, le le le, Viva Chile!” por parte de los presentes. Extrañado, Hogarth pregunta que fue lo que gritaron, y luego de que todo el Teatro le repitiera nuestro ya característico grito, el vocalista manifestó lo de acuerdo que estaba con un honesto “Sí, VIVA CHILE!”, ganándose el aplauso inmediato de los fans.
El griterío era tal, que el cantante tuvo varias dificultades para presentar la siguiente tonada, al punto de que en un momento se desesperó dejando escapar un notable e irrisorio “This is a song about… SHUT THE FUCK UP!”. Luego de que el recinto se logró calmar, el grupo interpretó en completa calma, la longeva Ocean Cloud que mantuvo en trance por más de 17 minutos a las 5 mil almas que presenciaban tamaño espectáculo.
Los británicos vuelven a dejar las tablas, y los gritos no se hacen esperar. Esta vez la banda regresaba con una canción que conmocionó al respetable, ya que la guitarra de Steve Rothery, junto a los teclados de Mark Kelly marcaban las notas precisas de Kayleigh. La emoción duró poco eso sí, porque un distraído Hogarth que entró jugueteando con una especie de arlequín de peluche, se perdió en el mismísimo inicio del tema, obligando a la banda a partir de cero. Así y todo, la buena onda del momento dejó pasar rápidamente el impasse, y nuevamente eran los sonidos iniciales de Kayleigh, los que le daban el vamos a un Teatro Caupolicán completo para que desplegara ese “Do you remember chalk hearts melting on a playground wall” contenido que ya era necesario que saliera de la mano de uno de los clásicos indiscutidos del quinteto británico. Clásico que logró que todo el recinto se viniera abajo, por cierto.
Y tal como si le hubiésemos puesto play a ese discazo llamado Misplaced Childhood, la banda se despacharía otro clásico de la misma época, Lavender, que fue prácticamente una versión karaoke de la canción, ya que “H” dejó que la masa presente se llevara gran parte del protagonismo. En este momento, estoy seguro que muchos de los no fans que fueron sólo a escuchar los hits radiales de la agrupación, ya se estaban dando por pagados por tamaño doblete que se estaban despachando los de Aylesbury.
Aplausos iban y venían, pero lo mejor estaba por llegar: del mismo disco, se hacía presente la épica Heart Of Lothian, una de esas canciones llenas de poesía que con ese teclado inconfundible de Mark Kelly, hacía de esta, una verdadera cátedra de Rock Progresivo con todas las de la ley. Sin duda uno de los puntos álgidos de la noche fue este trío de temas que repasaron lo mejor de la tercera placa de Marillion, un verdadero bastión del neoprogresivo, que en los ochenta definiría las pautas para el estilo.
El conjunto vuelve a alejarse de escena por un par de minutos. La expectativa es a que regresen, y el llamado general del respetable se hizo escuchar con fuerza. Con tanta fuerza como para que los inagotables británicos nos entregarán dos joyas más antes de retirarse definitivamente. La primera de ellas fue Sugar Mice de Clutching At Straws, canción en la que un osado Steve Hogarth decidió cantar entremedio del público, bajando del escenario, saltando la reja, y avanzando con dificultad por la cancha hasta llegar a la mesa de sonido, donde estuvo allí un par de minutos. A la distancia parecía que “H” quería que el público lo regresara al escenario con un clásico Crowdsurfing, pero luego de un par de intentos sin resultados, el cantante abrió las puertas de cancha y salió corriendo por los pasillos del Caupolicán, con varios fans y gente de seguridad a la siga, hasta que por fin logró volver hasta el backstage y posteriormente a escena. Una situación digna de monitos animados.
El último corte que cerraría definitivamente la velada, sería otro de larga duración: la magnífica Neverland de Marbles (con más de 12 minutos de duración), en donde la agrupación sorprendió a todos con una inesperada explosión de confeti de colores. La guinda de la torta, de un plato más que sofisticado que pudimos degustar por cerca de dos horas.
Luego de un aplauso cerrado y de ver la emoción en el rostro de los asistentes, muchos caminan hacia la salida comentando que estuvo mejor que la vez anterior. En lo personal no puedo opinar al respecto, porque es la primera vez que veía a Marillion en vivo, y debo decir que fue un concierto grato, lleno de sorpresas y momentos extraordinarios que superaron mis expectativas en muchos sentidos. Así y todo se extrañaron clásicos como Incommunicado, The Great Escape o The Space…, que por quizás qué motivos quedaron fuera de una gira que prometía ser un recorrido a todos los grandes éxitos de la agrupación.
Si bien esta velada dista mucho de ser “una de los mejores del año”, cumple en todos los sentidos para marcarse como una visita memorable que quedará en el recuerdo de todos los fans del estilo, que están viviendo sin lugar a dudas, uno de los mejores segundos aires que ha tenido el rock progresivo en mucho tiempo. ¿Qué otros grandes regresos nos esperan para este año? Eso sólo el tiempo lo dirá. Pero algo que sí es seguro, es que la promesa de volver de Marillion se cumplió con creces y la banda se lució en dos noches que se escribieron a punta de clásicos.
Setlist Marillion
- Gaza
- Easter
- Beautiful
- Power
- You’re Gone
- Man Of A Thousand Faces
- No One Can
- Warm Wet Circles
- That Time Of The Night (The Short Straw)
- Cover My Eyes (Pain and Heaven)
- The Uninvited Guest
- Hooks In You
Encore:
- Ocean Cloud
Encore:
- Kayleigh
- Lavender
- Heart Of Lothian
Encore:
- Sugar Mice
- Neverland