Hablar de Paul Di’Anno es hablar de una leyenda del metal odiada o amada, pero que ha pesar de todas las críticas y su legado con la emblemática banda inglesa Iron Maiden, ha sabido materializar estos 2 conceptos antagónicos; paradójicamente lo ocurrido el Sábado pasado en la Discoteque Cover fue una noche para odiar, pero a la vez amarla tal como aquellos viejos conciertos donde los pequeños detalles quedan en la memoria colectiva; más aún si nos referimos a una historia que pudo haberse escrito como un gran abrazo a la nostalgia.
Llegamos al local a las 18:15 Hrs. y nos encontramos con la primera estocada de la noche: las puertas no se habían abierto y un centenar de personas ya estaban afuera impacientes por el retraso (supuestamente que debió realizarse a las 18:00 Hrs.). Además podemos echarle la culpa al constante cambio de recinto, donde mas de alguno “anduvo rebotando” entre Estudio Gigante o la Blondie, provocando, quizás, en mas de alguno que lee este review, un amargo viaje en el no menos ponderado Transantiago. En la espera, mientras resolviamos un problema con la acreditación, la sorpresa fue mayúscula al ver la llegada de la camioneta “fiorino” que instalaría las vallas de contención, hecho que haría presagiar que las cosas no andaban bien a nivel de producción y que no sería el único problema de la noche. Luego de aclarar los problemas con nuestra acreditación, hicimos ingreso al recinto y pudimos constatar el grave atraso del show tanto en la prueba de sonido como en la puesta apunto del local, hecho repudiable para una productora que trae a un artista internacional, independiente de la categoría que sea este.
Aquí es donde me quiero detener y se hace NECESARIO señalar la mala -por no decir nefasta- organización del evento. Con el ya retraso del inicio del show en mas de una hora y media, se faltaba el respeto a los centenares de fans que perdían la paciencia cuando pasaban los minutos y siquiera se daba la orden de abrir las puertas o una explicación racional para tal retraso; así queda de entredicho que UNA VEZ MAS se pisotea al público y se deja en jaque el nivel de las productoras chilenas. Así el dia del pico (y nuevamente señalamos lo mismo) vamos a ser considerados un país serio para las bandas internacionales y eso que todo esto sería sólo el comienzo de los problemas…
En lo netamente musical, a las 20:30 hrs. salen a escena los aplaudidos de Alto Voltaje, quienes traían bajo el brazo un repertorio cargado a su disco Historia de mi vida hasta mi muerte y que sin dudas, era una muy buena vitrina para cautivar a un nuevo público. Ya con la exitosa presentación de Alto Voltaje en Coquimbo, hacía presagiar que todo marcharía sobre ruedas acá en Santiago, pero para variar volvemos a lo que siempre alegamos: el desastroso sonido, especialmente en “Historia”, tema con el que abrieron su show. La guitarra de “Carrizo” Herrera no se escuchaba y los bombos de la batería eran como una ametralladora que simplemente se comió al resto de la banda. Incluso, al principio, uno de los errores mas feos de la noche, fue cuando Alto Voltaje parte el tema e inmediatamente cuando tenía que entrar la batería, no se escuchaba, como si los micrófonos estuvieran apagados; estos detalles hacen que una vez mas sean pisoteadas las bandas chilenas en cuanto a sonido y a calidad de show hacia los asistentes presentes.
Alto Voltaje tuvo pachorra y supo disimular las fallas de sonido en temas como “La Ciudad” y “Adiós a la Fábrica” quienes -a pesar de toda la entrega y de un público que quería encender- no pudieron lograr esa conexión que faltaba. Víctor Escobar intentaba una y otra vez tratar de enganchar con el público, pero sólo era un puñado los que seguían la dinámica -quizás los fieles seguidores de la banda- pero que con el correr de los temas, fue bajando y bajando la intensidad hasta el punto de ver a los mismos “pendejos” de siempre pidiendo a Paul Di’Anno en medio del show de la banda. Si, está bien pedir por lo que pagaron y por toda la espera, pero así nunca las bandas chilenas serán reconocidas como tal y como merecen ser.
Volviendo al show, los errores se sucedían entre las guitarras de Carrizo y Cristian Flores a causa de un deficiente retorno y, que por lógica, sucederían las descoordinaciones y el descontento del público -quienes ya a esas alturas- estaban bastante hastiados y sólo pedían el avance del reloj. “Agonía”, que, a mi gusto, es uno de los temas mas sólidos de la banda, logró lo que esperabamos: un sonido mucho mas “entendible” y que pudiera generar una perspectiva mejor del nivel de la presentación de la banda, pero aquello duraría muy poco. “Rock y Burdel” volvió a mostrar las mismas deficiencias y por ende, dio el cierre a una presentación tapada de problemas con el sonido y de fallas constantes en la interpretación. A Alto Voltaje le ocurrió lo que a toda banda soporte le pasa en los conciertos: sobrellevar las deficiencias técnicas y saber ser profesionales. Casi “obligados”, mas que por decisión propia, tuvieron el gesto de bajarse 10 minutos antes de lo presupuestado por respeto a los tiempos del show -que bastante atrasado estaba- y, esencialmente al público. Sinceramente, he visto mejores presentaciones de Alto Voltaje pero hay que destacar el profesionalismo y las ganas puesta por la banda en el escenario a pesar de todas las falencias mencionadas anteriormente.
Luego de 15 minutos de espera donde se sucedían los “Oooh sale sale Paul” digno de estadio, salen a escena los renovados de Panzer liderados por el emblemático, y a la vez polémico, Juanzer y el mediático Khano Alvarez. Si, es innegable comentar que los años de circo han convertido a Panzer en un referente a considerar, especialmente en cuanto a puesta en escena de heavy metal en Chile; por ello la entrega del público fue inmediata y rememorando las antañas tocatas del Manuel Plaza con el tema “Generación del Alquitrán”, la química se fue dando sola con el pasar de los minutos. Khano Alvarez ejecutaba de manera sólida los imperfectos en el sonido y mostraban a su nuevo vocalista, Eduardo, como perfecto reemplazante del viejo D´Martini, quién debió lidiar toda la noche con que el bajo y la guitarra estubieran excesivamente mal ecualizados y saturados, hecho que impediría a la voz salir con claridad lo que daba como resultado que el público –la gran mayoría que conocía los temas- escuchara solo gritos y un personaje afinado moviéndose como loco sobre el escenario. En todo caso, este contratiempo no impidió al vocalista demostrar su gran voz.
“Línea Artificial” y “Alerta Roja” indicaban que la presentación de Panzer estaría marcada a los mismos temas que hace 8 años vienen rotando, lo cual, en mi caso, hizo de una vez más, su presentación un aburrimiento y una monotonía que parece no tener fin con el pasar de los años. A pesar de que el público prendía y se sucedían los mosh, estaría bueno ver un nuevo trabajo de la banda o que por lo menos, permita ver como es el sonido que Panzer pueede mostrar en este siglo. “Rock & Roll Adiction” y “Kheny Fox” serían el cierre de una presentación que logró cautivar a un público lleno de nostalgia por cerca de 45 minutos -donde tal como ha catalogado hasta el cansancio el propio Juanzer como “la verdadera familia del metal chileno”- y satisfecho por la puesta en escena, la entrega y la experiencia de saber prender a un público marcado por papás, niños, adolescentes y púberes. A pesar del deficiente sonido, Panzer una vez más demostró que puede seguir agotando los cartuchos de sus viejos clásicos sin problemas… una y otra vez.
Así, después de la exitosa presentación de Panzer la noche avanzaba, pero –como si fuera un chiste de mal gusto- exactamente 45 minutos fueron la espera para la salida de Paul Di’Anno al pequeño escenario de la Cover que llevó como condimento: mochas de curaos incluidas, el CD casi completo de Annihilator “Alice in Hell” por los altos parlantes y los constantes cánticos de hinchadas que aclamaban la salida del ex vocalista de Iron Maiden. Con un público ya impaciente y tirando chuchadas a la producción, vio por fin una iluminación mucho mas interactiva -no como se mostró con las bandas chilenas donde se usó los propios focos de la discoteque (2 luces monótonas)- y que dio paso a la entrada de la banda latinoamericana que acompañaba a Di’Anno en esta gira sudamericana con los acordes de “The Ides Of March” y posterior comienzo de “Wratchild”. Di’Anno a escena y explota el público, quizás como una muestra de agradecimiento de que POR FIN estaba arriba del escenario para interpretar lo mejor de la primera época de Maiden. Colgándose de su chapa de primer vocalista de Iron Maiden, y una facha a lo Joey Belladona, interpretó de manera magistral uno de los mas reconocidos temas del Killers y por consiguiente un público completamente entregado. Incluso se vio a Paul sonriendo y casi sorprendido por lo que estaba viendo en la cancha al momento de interpretar “Prowler”, otro tema sacado del baúl de los recuerdos. A esas alturas el sonido no acompañaba en absoluto, que pese a las mejoras hechas en el lapsus de espera, quedó al descubierto que la banda latinomericana que acompañaba a Di’anno en esta gira, era mediocre y digna de un tributo chileno. No se si el vocalista le habrá tomado el peso a lo que es interpretar temas de la doncella de hierro al momento de escoger esta banducha; las guitarras no se entendían y su sonido pecaba por lo mediocre, junto con baterista que en cada corte, perdía los tiempos.
Independiente de los ripios considerables en el sonido y en la ejecución de los temas, los fans que saltaban las vallas papales con el fin de llegar a Di’Anno a abrazarlo, quizás un descriterio por parte de la producción no disponer de guardias que pudieran resguardar la seguridad de la banda, y por ende, del mismo público que gozaba la “interpretación” de los clásicos de Maiden. Así, Di’Anno como un acto de valentía tremendo, lanzó a la parrilla sus temas y un público que por lógica se enfriaría; “A Song Por You” y “A Chemical Imbalance” eran parte de esta apuesta -arriesgada al fin y al cabo- pero que entendiamos su propósito: mostrar material de Killers pero que en su afán de entregar algo nuevo, fracasa. El notable “Children Of Madness” de Battlezone, quizás fue el punto mas alto de su presentación, a pesar de todo el rechazo que provocó en el público, fueron el condimento perfecto para disimular las fallas en el sonido.
Una que otra dedicación para su “puta” esposa, su familia, su segunda esposa y su archi-conocido discurso de “no soy un rockstar” hicieron que el show se fuera directo al fracaso y se sumergiera en un hoyo profundo sin salida. Como medida desesperada, el vocalista desordenando lo programado, sacó “Murders in the Rue Morgue” y “Remember Tomorrow” para la galería y con un sonido digno de tributo de de Iron Maiden de kermesse de colegio; este último tema tocado 4 veces mas rápido y con descoordinaciones fatales. Así, Di’Anno no alcanzaba a abrazar la nostalgia que esperábamos para aquella noche llena de problemas y de mala factura técnica, considerando las 10 lucrecias puestas por el público que añoraba escuchar los temas mas clásicos de la doncella.
Así la noche fue pasando, con el frontman de Killers cada vez más ebrio con su Jack Daniels y poniendo el broche de oro a una noche ya con rótulo de “fracaso“: “Blitzkrieg Bop”, cover de los ultra y architrillados Ramones. No me detendré a analizar la POBRE interpretación de este tema, pero si pondremos a la palestra lo ocurrido al finalizar el tema cuando Di’Anno da media vuelta y se retira del escenario. Todos girámos las cabezas y decíamos acá viene el tiempo de descanso habitual que toda banda hace, pero no fue así; era cosa de que pasaran unos minutos para que uno se diera cuenta de que realmente se había acabado el show. ¿Estaba cansado Di’Anno?, ¿Eso duraba el show?, ¿Los rumores de que había que pasar el local para la “fiestoca” se hacía realidad? No señores, se prendieron las luces principales y salieron los pocos crews a cargo del sonido para que empezaran a desconectar los equipos y dar paso a la lluvia de proyectiles sobre el escenario; ¿Qué diablos hacía un tipo en el escenario pidiendo calma? Con que cara señor! La rabia se apoderaba del público presente, quienes veían como se les ultrajaba dinero de manera tan fácil y barata con explicaciones de la producción por micrófono señalando “gracias por venir… sorry ‘viejo’ no podemos más”, digna de finalización de tocata de colegio que no puede más porque los vecinos reclaman por los ruidos molestos.
Vergonzosamente, el guitarrista y el bajista de Di’Anno tuvieron que entrar a calmar al respetable que reclamaba en todo su derecho la estafa que se estaba viendo. Por micrófono decían que a ellos les encantaría seguir tocando, pero que lamentablemente no podían y que no sabían lo que ocurría. Así luego de intensas conversaciones entre el dueño del local, la productora y la banda, decidieron tocar 2 temas más entre ellos “Transylvania” y “Genghis Khan” sin Di’Anno –si, increíble pero cierto- interpretados de manera instumental, coincidencia paradójica tomando en cuenta que estos temas llevan por nombre 2 de las bandas tributos mas famosas en Santiago de Iron Maiden. Afortunadamente para el público, esto fue solo una intro para dar paso a “Killers” -quizás el tema mas esperado de la noche- y “Phantom Of The Opera”; ambas joyas que sin repudios sirvieron sólo para salvar la plata.
Lo sucedido esa fría noche, es el fiel reflejo de la irresponsabilidad de una productora que no es capaz de proporcionar un concepto tan fácil como de “hacer las cosas bien” en pro de un buen espectáculo. La culpa no la tiene la gente -que finalizado el espectáculo se encargó de hacerle sus cariñitos al recinto- ni Di’anno, ni el encargado del recinto; sino la productora -novata en estas ligas de traer bandas internacionales- que se encargó de amargar una noche que pudo haber sido un real lujo. Creo sinceramente que ni el mas fanático de los tributos de de la doncella de hierro merece lo que vio el Sábado. ¿Paul Di’anno amado u odiado? Sólo ustedes juzguen.
Review: Ignacio Correa
Fotos: Roberto Yévenes M.
Pingback: COLLAPSE.CL - ¿Review?: Mayhem en Chile