Impresiona ver que aún después de 40 años, el legado de Jim Morrison siga causando sensación en las prácticamente 3 generaciones de fanáticos que idolatran a esta banda; claro, siendo rigurosos, marcó un hito en la escena musical internacional y eso nadie lo puede negar. Por ello, magistralmente lo demuestran sus sobrevivientes al decidir retomar lo que en su época causó el movimiento poético-musical del virtuoso Jim.
Pues bien, sin el “rey lagarto” en escena aun tenemos la predilección de escuchar sus temas en la voz del ex The Fuel, Bret Scallion, para acompañar a sus dos antiguos integrantes originales, el guitarrista Robie Krieguer y el tecladista Ray Manzarek, quienes sin duda llevan consigo el aura que todos queríamos sentir en esta oportunidad memorable.
Si bien se había anunciado un show para las 19:00 horas, recién a las 20:00 aproximadamente comenzaron su tarea los nacionales de Delta, la banda de rock metal progresivo que teloneaba nuevamente a una banda de renombre, no sin antes una previa de pifias y gritos de reclamo por el atraso del show en un Teatro Caupolicán a medio llenar. Los nacionales se plantaron en el escenario con una personalidad admirable que calmó los ánimos de los asistentes; por ello la banda de Nicolás Quinteros y Benjamín Lechuga mostraron un repertorio corto pero sólido presentando los 2 singles de su más reciente placa Black and Cold: Two Bullets y Burning Soul.
Delta mostró algo distinto de su presentación con Dream Theater, quizás no tan potente como aquella vez, pero demostrando que la banda ha evolucionado y por muy buen camino. Por cierto, se dieron el lujo de mostrar nuevos temas tales como Who I Am, Face 2 Face y Crashbraker. Estos 3 temas sonaron bastante bien y promete bastante para un futuro disco, que se nota seguirá la senda progresiva que han elegido los muchachos. La presentación de Delta, fue pareja y solida por varios pasajes pero se vieron enfrentados a un público ansioso por el plato fuerte de la noche, pero hay que decirlo, respetuoso en todas sus líneas. Ojalá esta banda siga demostrando la calidad que hoy por hoy están logrando y que sin duda, merecen estar en las primeras líneas por su profesionalismo en la interpretación de cada tema. Felicitaciones nuevamente!
Luego de media hora de actuación el cuarteto se retira del escenario para dar paso a otra larga espera de 30 minutos más, donde vimos desde porrazos hasta locas corridas de los fanáticos apostados en galería para estar mas cerca de la banda en cancha. Pasados unos minutos de las 20 horas, se apagan las luces y el delirio se apoderó del Caupolicán con un Love me Two Times como introducción a la que sería una noche espectacular.
Así ya la atmósfera estaba creada para olvidar por unos momentos la inconfundible voz de Morrison para apreciar la calidad técnica y vocal de Bret Scallion, quién en varios pasajes y en temas tan complejos como la majestuosa Break on Through, Love Her Madly o Waiting for the Sun sencillamente se lució demostrando que una banda sí puede girar sin su vocalista estrella y generar aquella nostalgia que representan los Doors. Quizás este último tema fue el menos conocido de todo el setlist, pero que tuvo una ejecución sobresaliente. Tan sólida era la presentación de los norteamericanos, que el mismo virtuosismo e ímpetu de la banda en el escenario hacía que Ty Dennis o Phil Chen tocaran aún más rápido los temas, pero tener a un maestro como Manzarek dentro de cualquier banda, pone freno a cualquier error musical o técnico como el del sonido.
La banda se divertía como niños de 15 años tocando por primera vez, se sucedían los éxitos unos tras otro como Moonlight Drive, Wildchild o Alabama Song con improvisaciones y cortes que rayaron muchas veces la perfección. Podemos ser majaderos en este aspecto, pero Riders On The Storm a esas alturas, brindaba un espectáculo de muy pocos errores y casi perfecto tanto en la ejecución de los temazos como en la sintonía con el público… tan así que fue la misma banda en Backdoor Man quien instó al respetable a gritar “fuck you George Bush”.
Un hiperquinetico Scallion se movía de un lado a otro en el escenario, mientras Manzarek demostraba que es un genio viviente de la era Doors. Por ello como introducción a Spanish Caravan, Krieger con guitarra flamenca incluída y acompañado de Manzarek con las maracas, cantan “no me moleste mosquito” o mejor dicho el tema The Mosquito, perteneciente a uno de los discos tras la muerte de Morrison. De ahí en más vinieron las cortas pero consisas alusiones al fallecido vocalista por parte de la banda, gracias a que un fanático tiró una bandera del desaparecido vocalista al escenario.
Manzarek fue el que mas interactuó con el público, quizás el más enérgico de la noche después de Scallion claro, pero sus años demuestran que es un peso pesado de los grandes de la música: se paraba, interactuaba con Scallion, le hacia señas al público y al final hasta tocó el teclado con los pies. Krieger siempre mostrando su apatía junto con un desapercibido Chen que más bien actuaba cuando los demás lo hacían.
Ya avanzados en la noche, llegaban los infaltables Touch Me y L.A. Woman los cuales hicieron delirar al público sin tapujos. Tras esto, el primer cierre y el público que pedía más con una extraña sensación de gusto a poco que reinaba en el abarrotado Teatro Caupolicán. Luego de un rato volvieron para tocar lo que la mayoría del público esperaba: Riders on The Storm y el popular Light my Fire que dieron paso a un cierre soñado e ideal para una noche mágica cargada de recuerdos.
No cualquier banda se da el lujo de revivir una leyenda de 40 años, que siga viva de generación en generación con el mismo ímpetu que los The Doors entregaron a fines de los años 60 y decada del 70. Todo esto hizo que el retraso, las pocas fallas de sonido y el inconveniente de la gente al pasar de galería a cancha fueran olvidadas rápidamente para demostrar que Riders On The Storm es con propiedad una banda con personalidad, peso y sobre todo que ofrece un espectáculo de nivel que pocas veces tenemos la oportunidad de ver en nuestro país. Como diría el legendario Jim Morrison “Camaradas: proscribamos los aplausos, el espectáculo esta en todas partes”.
Review: Sandra González e Ignacio Correa
Fotos: Sandra González
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