Son tiempos de abundancia en cuanto a recitales metaleros. La oferta existente en los días próximos es bastante amplia y diversa, por lo que muchas personas se han visto en la obligación de tomar determinaciones que les han hecho prescindir de un concierto para poder ir a otro más afín. Todo lo anterior es para decir que, hoy en día, que asistan casi 3 mil personas a un show, como el de Sonata Arctica, parece difícil de creer.
El público respondió con creces a la cuarta llamada de los finlandeses en Chile, que esta vez traían bajo la manga su última placa titulada “Stones Grow Her Name” para reencontrarse con un recinto que visitaron por última vez en su última visita, el año 2010. Pocos minutos después de las nueve de la noche comienzan a salir los integrantes de Sonata Arctica, desatando una euforia total mientras sonaba la intro al show. Tony grita “Santiago de Chile” y parte el concierto con ‘Only the Broken Hearts (Make you Beautiful)’, perteneciente a su último disco. Mucha gente cantaba al unísono esta canción que ya demostraba el buen sonido que entregaba la sala central del Teatro Caupolicán. La juvenil asistencia se encargó de hacer temblar el recinto saltando para todos lados, empujándose, convirtiéndose en una masa desordenada que parecía que desbordaría el sector cancha. Era un caos agradable a la vista y que la agrupación supo agradecer entregando ‘Black Sheep’. Ahora si que quedó la embarrada. Esas melodías logradas por la guitarra de Elias Viljanen y el teclado de Henrik Klingenberg hacen resaltar a esta canción de los inicios de la historia de los finlandeses, de cuando el powermetal estaba en boga. Temazo.
La primera relativa pausa la entrega ‘Alone in Heaven’, corte no cantado como los anteriores, pero con bastante buena aceptación de los fanáticos que de todas formas interactuaban con la banda. Probablemente no fue muy acertado continuar con otro tema del “Stones Grow Her Name”. La más rockera ‘Shitload of Money’, además de lenta y poco disfrutada por la gente, hizo ver a un grupo estático, cada cual en su puesto, exceptuando a Kakko que se movía sobre las tablas. Si no hacen aplaudir al final del tema, hubiera pasado desapercibido, de verdad. Diez años atrás, entre singles y Eps, apareció ‘The Gun’, que sonaba luego de una breve intro en guitarra. Henrik por fin salió de su puesto y bajó con su teclado, con apariencia de guitarra, a compartir más cerca de los asistentes que se volvieron a encender saltando y cantando. Destaco lo del “guiteclado” debido a la movilidad que éste entregaba a un Klingenberg que parecía que no le sacaba el partido fuera de lo netamente musical.
Quizás uno de los cortes más ricos musicalmente del nuevo larga duración es ‘The Day’. La cantidad de melodías logradas a cabo ella resultan súper interesantes en un show en vivo. No era la canción más conocida, pero nadie quedó indiferente ante su tremenda presencia. Continuando con su disco 2012, a capella empieza ‘I Have the Right’ para dar pie a la paulatina intervención de la banda. Se agradece la intención en la interpretación de Tony ante esta canción. Todo, menos el baterista Tommy Portimo, se encargaron de hacer coros con ‘The Last Amazing Grays’, otra canción medio tiempo para la noche. El trabajo de Portimo era aparte, tenía sólo la responsabilidad de tocar con “onda”, y así lo hizo. Esa batería, además, sonaba extraordinaria.
Se rompía con parte la velocidad ganada con canciones anteriores para seguir con ‘Broken’, otro de los aprobados popularmente, y aplaudido por muchos ante la interpretación de Kakko que termina arrodillado bajo el calor del teatro Caupolicán. Luego de un aplaudido solo de guitarra a cargo de Matias, desde el “Unia” rescataron el buen tema ‘Paid in Full’, el que más destaca de esa pálida producción de estudio. El sonido impecable, se escuchaba cada detalle de un excelente corte. Cuando ya sonaba el sexto tema del “Stones Grow Her Name” vino a mi mente el pensamiento que decía “¿no será mucho?”. Era el turno, entonces, de la coreable ‘Losing my Insanity’, otra canción que destaca dentro de lo que nos entrega este disco del año pasado, con esas excelentes batallas y complementos de solos de guitarra y teclado que lo hacen tan agradable.
Henrik, en su teclado de pie, entregaba las primeras notas de una conocidísima balada… ‘Tallulah’ hizo estallar el recinto. Todos cantaban una emotiva canción que sacó nota máxima para todos los presentes. Nada más que decir ante una excelente interpretación y entrega de finlandeses. Así continuamos con otro de los grandes éxitos de Sonata Arctica, esta vez bajo el alero del “Ecliptica” y su tremenda ‘Full Moon’. La gente enloqueció, se sobre excitó, entregaban todo de si a cada momento para disfrutar en cuerpo y alma a uno de los íconos del género, con su hit más reconocido. Tony ya estaba cansado e hizo la típica técnica que utilizan los cantantes cuando ya su voz no puede ser más exigida: hacer cantar al público en las partes donde saben que no podrán demostrar su verdadero poder.
Intro de guitarra, Kakko ad portas de sentarse en la escenografía al lado de Elias, el cual estaba haciendo los primeros acordes de ‘Replica’. Tony se sienta, se dispone a cantar y entra mal en la canción, un par de tiempos antes, lo que provocó la confusión y risa de los que nos encontrábamos en las cercanías. La idea de empezar con la canción de improviso se fue a las pailas. Luego siempre se supo que ese era el corte que venía, lo que mató la sorpresa y disminuyó la euforia sentida. ‘Cinderblox’ y toda su energía, “onda” y excelente sonido, nos acercaba al final del show con la excelente ‘Don’t Say a Word’. Era una sola voz cantando y gritando al mismo tiempo, una sola masa saltando despavorida y liberando energía al más no poder, incluso llegando a un intento flojo de mosh en la colmada cancha. El clásico final de sus conciertos vino con la tradicional Vodka, que sólo se encarga de revolver más aún el “despelote” que existía en cada ubicación del teatro.
Ellos eran Sonata Arctica, uno de los pilares del estilo cultivando un powermetal excelente en sus inicios y que por veces se extraña en sus producciones más contemporáneas. Se fueron agradecidos, incluso emocionados al ver la tremenda bandera chilena (junto al logo de la banda) que se ubicó en la parte alta del teatro. Esto fue algo único en este recinto, por lo que se agradece el esfuerzo. También hicieron alguna alusión algo ambigua contando que puede que vuelvan más pronto de lo normal, así que estaremos pendientes ante alguna noticia similar. Por mucho que sea la gira de su último disco (“Stones Grow Her Name”), creo que es demasiado que casi la mitad de las canciones estén enfocadas exclusivamente a él. Eso produce cierto letargo en los que esperan los clásicos en este tipo de conciertos, más aún considerando la impresionante cantidad de personas que dijeron presente aquel día.
De todas formas, y sumando y restando, lo que hizo Sonata Arctica fue notable. La gente no se quería ir, varios quedaron con gusto a poco, pero fuera de eso, dieron lo mejor de sí, lo que es digno de destacar.