El lazo que une al quinteto encabezado por los hermanos Rutten con nuestro país es tan fraternal como indescriptible. Una devoción casi religiosa, junto a una conexión banda-público como pocas veces se puede ver, configuran -en cada una de las visitas de los holandeses a nuestro país- un espectáculo en el que cada uno de sus condimentos entrega un considerable valor agregado. Y si bien en su quinta visita a nuestro país los europeos no convocaron a la masa que comúnmente logran (en esta ocasión, mil personas “a todo reventar”), si cuajaron un espectáculo sólido y encantador, tal como suelen hacerlo en esta angosta (y ahora muy helada) faja de tierra.
El lugar elegido para el esperado reencuentro sería nuevamente el Teatro Caupolicán. Inteligente decisión, pues el local de la calle San Diego cuenta con un acondicionamiento sonoro a la altura de una agrupación con un sonido tan inconfundible que no puede pasar a segundo plano. Y es que desde que el quinteto salió a escena -puntualmente, a las nueve de la noche- y dio inicio a su concierto con ‘Herbal Movement’, el sólido y nítido sonido que la banda entrega en sus presentaciones dio un golpe en la cara de todos los asistentes. Con la conocida ‘Saturnine’ y ‘Shot to Pieces’ los holandeses completaban un comienzo frenético “a la if_then_else” y daba luces de lo que sería una velada con un setlist elegido a mano.
Con su inconfundible e indeleble sonrisa, Silje Wergeland daba lugar a los primeros saludos de la noche y presentaba ‘Rusty Hands’, tema que aparecerá en el próximo lanzamiento de la banda y cuenta con innegables influencias Post-Rock. El primero de los guiños a Mandylion (1995) llegaría con la notable ‘Leaves’, para luego retornar al presente con ‘A Constant Run’ directamente desde The West Pole (2009). A esas alturas de la noche, el frío en la capital calaba hasta los huesos, pero dentro del Caupolicán se vivía un ambiente casi veraniego. Es que la reducida pero ferviente fanaticada se desataba en delirio conforme caían los temas que la banda interpretaba, como ‘Great Ocean Road’, ‘Broken Glass’ y ‘Heroes for Ghosts’, el más reciente single de los holandeses.
La otra mujer de la banda, Marjolein Kooijman (Bajo), se tomaba el microfono y con un español casi perfecto se dirigía al público, tras lo cual sonaría la conocida ‘In Motion #1′, para en seguida rematar con el que probablemente es el gran hitazo del combo, ‘Eléanor’, todo mientras los gritos y el desorden atrapaban a buena parte del público. Con las revoluciones a tope, uno hubiera esperado un golpe de gracia que dejará a todos nocaut, pero no fue así. La agrupación holandesa prefirió volver al “presente” con la pichanguera ‘No One Spoke’ y luego, para cerrar la primera “patita”, ‘All you Are’; ambas composiciones pertenecientes al interesante y muy recomendable The West Pole, que contrario a lo que uno pudiera esperar encontraron una excelente respuesta en el millar de asistentes. Fue aquí donde se levantó la figura del creativo René Rutten quien sin ser un guitarrista de excepción explota su creatividad en un sentido más sónico que virtuoso (son contados con la mano los guitarristas que usan el útil EBow).
Tras una “políticamente correcta” reverencia y rápida despedida, el quinteto dejaba el escenario y daba paso a un encore que más que eso, pareció una excusa para tomar agua. No más de tres minutos y algunos gritos bastante tímidos bastaron para que el quinteto retomara posiciones y, tras el ritual de agradecimientos, realizaría el único (si, el ¡único!) guiño al espectacular Nighttime Birds (1997) tras los acordes de ‘On Most Surfaces’, donde se repitieron las escenas de descontrol que generalmente se dan con las canciones del repertorio más “clásico” de la banda proveniente de los países bajos. También apareció la infaltable “bandera voladora”, que como siempre terminó adornando el humilde proscenio. El cierre llegaría con ‘Travel’, que fue el perfecto broche de oro para un espectáculo sumamente entretenido y lleno de colores, que aún con la corta extensión que alcanzó (poco más de hora y media) pareció dejar plenamente satisfechos a todos sus asistentes.
Puede ser que en su quinta visita a Chile, The Gathering no haya reunido la cantidad de gente que se pudiera esperar para una banda con la trayectoria y el reconocimiento que ostenta el quinteto holandés, pero en el fondo queda la conclusión es que el show que la agrupación brindó fue un regalo especial para los fans más “hardcore” de la banda (pocos, pero locos). Lo que vimos, fue un show íntimo, pero además potente y sumamente profesional. Si usted no había estado antes en un show de los holandeses, seguramente ya sabe porque Chile es -en palabras de los mismos integrantes de la banda- su “segundo hogar”. Y si ya los había visto, habrá refrendado su opinión: La conexión entre la banda y su fanaticada chilena es única. Y nuevamente quedó plenamente demostrado.
Setlist The Gathering
- Herbal Movement
- Saturnine
- Shot to Pieces
- Rusty Hands
- Leaves
- A Constant Run
- Great Ocean Road
- Broken Glass
- Heroes for Ghosts
- In Motion #1
- Eléanor
- No One Spoke
- All You Are
Encore:
- On Most Surfaces
- Travel