El cartel te gritaba en la cara, de forma indiscutible, una sola cosa: “Imperdible”. No lo decía explícitamente, pero todo aquel que se considere fan del Doom Metal y sus tendencias más góticas lo debió sentir, porque no todos los meses desembarcan juntas dos bandas de la talla de las que pudimos presenciar el pasado Sábado 14 de Noviembre en el Teatro Teletón. Quizás la última vez en que pudimos ver a dos leyendas del mismo calibre juntas fue cuando, el año pasado, Carcass y Paradise Lost nos dejaran a todos peinados para atrás en el que muy probablemente fue el mejor concierto de Metal del año pasado. Por esto mismo es que la presentación de dos de las bandas más importantes a nivel mundial del Doom y Goth Metal se convertía en un concierto imperdible, porque es de esos conciertos que solo se dan una vez al año, y el cartel hacía parecer que ésta era la ocasión del presente año.
Tiamat
Aún cuando el cartel era de un peso inconmensurable, al llegar llamó nuestra atención que tan poca gente se hiciera presente en los alrededores del teatro y dentro del mismo. No se veía en su máxima capacidad y no tenía la pinta de llenarse tampoco, pero cuando a las 8 de la noche con 15 minutos se apagaron las luces y empezó la presentación de Tiamat, todos los escondidos y escondidas aparecieron e hicieron el ruido suficiente como para presagiar lo que se venía.
Es que con la salida al escenario de los suecos de Tiamat, encabezados por su incombustible líder Johan Edlund; los primeros gritos de histeria comenzaron a escucharse tras los acordes de Will They Come?, corte perteneciente al último lanzamiento de los nórdicos, titulado Amanethes. Desde un comienzo y en la posición en que nos encontrábamos, notamos un sonido potente y bien logrado, destacando fuertemente el grave vozarrón proveniente de las cuerdas vocales de un Edlund que se veía muy a gusto sobre el escenario del Teletón. En seguida, y sin respiro de por medio vendría la pesadísima Whatever that Hurts de su más conocido álbum, el impresionante Wildhoney, que sirvió para que el rabino Johan Niemann hiciera sus primeras peripecias con las seis cuerdas. Aún cuando en ciertos momentos se saturaba más de lo esperable, el sonido servía de respaldo a la sólida presentación de los Suecos, a quiénes se les notan los años de carrete pues cuentan con un carisma y manejo escénico envidiable, aún cuando de la formación que grabara la joyita antes mencionada solo sigan siendo parte de la banda Edlund y el fumarola con baquetas Lars Skjöld.
Seguirían Children of the Underworld y la conocida Cain, momento en que los primeros coreos se hicieron sentir en el show. Para seguir con lo que a esas alturas ya era un show más que macizo, vendrían Divided e In a Dream, del también aclamado álbum Clouds. Pero como los suecos no estaban para cuentos, descargarían otro de sus clásicos incombustibles con Do you Dream of Me?, momento en que la histeria alcanzo un límite casi desagradable y algunas féminas empezaban a delirar y gritar como si de una boyband se tratara. Y aquella histeria se veía reflejada en los integrantes de la banda, siendo la postal de ésto la sonrisa del gigantón Andres Iwers.
En seguida Edlund dedicaría un par de palabras a los asistentes, haciendo hincapié en que esta era la primera vez que pisaban nuestro país en su ya larga carrera de prácticamente 20 años, para en seguida presentar la notable Cold Seed, un tema con una “onda” muy Sueca, que fue ejecutado pulcra y apasionadamente por la banda, que no se cansaba de sonreír y disfrutar sobre las tablas del Teletón. Es que a esas alturas, y con la mayoría del público en el bolsillo, la banda se daba el lujo de tocar a piacere y por si fuera poco, entregar cantidades industriales de jugo en frasco de cerveza.
En una de las pocas vueltas al presente que hizo la banda, interpretó Until the Hellhounds Sleep Again, para luego dar paso a uno de los temas que ya estaban siendo solicitados por el respetable: Brighter than the Sun, cuyo pegajoso coro hizo que hasta el más empalagoso se uniera en un coro que se hizo prácticamente al unísono.
En seguida, el pelado Edlund haría la casi dogmática presentación de la banda: “En la guitarra Eddie Van Halen. En el teclado John Lord…” . Todo era parte del chacoteo que la banda tenía sobre el escenario, correspondido con las risotadas del público que al parecer ya sabía lo que venía. Edlund invitaría a Fernando Ribeiro de Moonspell a unirse en la que fue una emotiva interpretación de The Sleeping Beauty, quizás uno de los temas más conocidos de los oriundos de la ciudad de Täby. Aplausos y más aplausos, resulta difícil describir la conexión que se pudo sentir entre la banda y los asistentes, quiénes no negaban la imponente calidad musical que ostenta Tiamat. Finalmente, y para ponerle la guinda a la torta, sonaría casi como un calco a lo que la banda registró hace ya quince años, Gaia, tema en el que invitaron al escenario a Ricardo Amorim quién se encargó prolijamente de los solos de aquel monumento al mid-tempo.
Entonces, y luego de una hora casi exacta de show, los suecos dejaban el escenario envueltos en aplausos que agradecían un show cargado de talento, energía y humor que cautivó hasta a los más obstinados. Increíble fue ver a Edlund tan agradecido, que bajó del escenario a saludarse con los fans que se encontraban en el borde de las vallas protectoras ¡Un verdadero lujo!
Setlist Tiamat
1. Intro
2. Will They Come?
3. Whatever That Hurts
4. Children Of The Underworld
5. Cain
6. Divided
7. In A Dream
8. Do You Dream of Me?
9. Cold Seed
10. Until the Hellhounds Sleep Again
11. Brighter Than the Sun
12. The Sleeping Beauty
13. Gaia
Moonspell
El respiro luego del show de Tiamat sirvió para acudir al llamado de la naturaleza y sacudirse del calor que se hacía sentir en el lugar del concierto. La gente ya se empezaba a agolpar en las rejas colindantes al escenario y los gritos de la gallada Moonspeliana ya se volvían ensordecedores. Mientras, se proyectaba la portada del excelente Night Eternal y por lo mismo el ambiente comenzaba a caldearse más y más, para luego de treinta minutos de espera dar lugar a la oscuridad y más gritos de histeria por la presencia de los portugueses en escena. Una notable proyección en el telón de fondo mostraba temáticas que resultarían bastante desagradables para los creyentes, mientras Ribeiro y compañía hacían explotar el Teletón.
Con la potente At Tragic Heights se daba el puntapié inicial a la tercera presentación de Moonspell en nuestro país y la histeria era total. Gritos, headbanging y coreo en torno al primer tema del disco que los lusos lanzaran el pasado año. Lamentablemente el sonido no era del todo bueno, pues las guitarras se perdían tras la batería del “capitán” Miguel Gaspar quien lucía una pinta muy a la Jack Sparrow. Por otra parte, los samplers que debieron aparecer en algunos momentos también se perdían, pero aun con los problemas mencionados la banda se plantaba con autoridad y el público correspondía con vítores y gritos. Como se podía esperar, siguió la potente Night Eternal para en seguida rematar con Finisterra, del también notable Memorial.
Notable era ver en la pantalla como a través de estas mismas proyecciones y la música, la banda nos transportaba a oscuros parajes, a bosques y castillos. Como la utilización de íconos gráficos caían como anillo al dedo con el concepto del conjunto y sus canciones: runas, sangre, lobos, cruces en llamas y quizás el que más recuerdo, vitrales con claras imágenes católicas cayendo al oscuro ritmo de Night Eternal. Si a esto le sumamos la vestimenta, la impecable y macabra iluminación que mantuvo al borde de los fríos tonos azulosos y sangrientos rojizos durante toda la presentación y además el profesional y notable desplante escénico de un conjunto afiatado totalmente, nos encontramos con quizás una de las bandas que mejor puesta en escena tiene. Un espectáculo audiovisual al ciento por ciento, de esos que hacen estremecer hasta la última fibra.
Las cabezas ya estaban volando, y luego de un potente comienzo Ribeiro seguía el protocolo y saludaba a los asistentes con un deslavado español. Pero no había tiempo para trámites, y con The Southern Deathstyle los lusitanos dejaban en claro que no estaban para palabrería y lo suyo es la música al hueso. Y para empezar con el repertorio más conocido, vendrían sin pausas Wolfshade y Opium de los ya legendarios Wolfheart e Irreligious respectivamente. El delirio y la euforia eran totales, y todos eran parte de una velada que a esas alturas ya calificaba como notable, sin desmedro de lo que viniera después. Volviendo a “nuestros días”, los portugueses se despacharían la potente Blood Tells, seguida de un lento con tintes malulos como lo es Scorpion Flower, donde la angelical voz de Anekke Van Giersbergen se hizo escuchar a través de los samplers que traía preparados la banda. Por suerte a esas alturas el sonido ya no era un problema y entregaba pulcramente la ejecución de los notables instrumentistas tras Moonspell, encabezados por el virtuoso y versátil Ricardo Amorim. En tanto, el carismático Ribeiro se encargaba de mantener encendidos los ánimos, cosa que estaba demás ya que a esas alturas el público estaba entregado casi devotamente a la banda con nombre Sound (“Hechizo de Luna”).
Y hablando de comunión y conexión banda-publico, ésta quedó de manifiesto cuando la banda interpretó Nocturna, en el que quizás fue el momento más femenino de la velada, ya que no-sé-porqué la mayoría de las féminas presentes -que no eran pocas- saltaron, cantaron y disfrutaron con un tema enfocado lógicamente en ellas. Y para seguir dándole al estrógeno, se vino Luna y un remate magistral con Vampiria, un tema que con inconfundibles tintes góticos y obviamente vampirescos, que revoca fuertemente a Devil Doll.
Con el estrógeno recorriendo el recinto, hacía falta un poco de testosterona para balancear y por lo mismo llegó Mephisto, quizás uno de los temas menos conocidos pero más notables de la segunda placa de los Portugueses. El show ya estaba en tierra derecha y la cara de muchos de los asistentes demostraba cansancio, pero no decía “basta” ni mucho menos. Faltaban algunos imperdibles y por lo mismo llegó Alma Mater, haciendo notorio el gusto popular inclinado hacia las placas más antiguas de la banda, ya que no queda duda que las canciones preferidas de la galucha provienen de Irreligious y Wolfheart.
Entonces la banda comenzaba a despedirse, dejando el escenario en total oscuridad, mientras el coreo popular interpretaba el estribillo de Alma Mater, en un momento mágico que seguramente dejó con los pelos de punta a los integrantes de la banda. Como en toda presentación, haciéndose de rogar y luego de unos minutos volvieron al escenario a interpretar lo que según ellos sería un regalo especial para el publico chileno ¿Por qué suena familiar aquello? El regalito seria un triplete de notables cortes de lo más diverso de la discografía de Moonspell. Primero fue el turno de Everything Invaded, para en seguida dar una “sorpresa no tan sorpresiva” con Ruin & Misery en uno de los momentos más notables del concierto, ya que muchos ni se esperaban dicho corte (o que lo diga una señorita que inocentemente decía: “¡No la tocan ni cagando!“).
Finalmente, y poner el broche de oro perfecto a una noche que ya calificaba como magnánima, sonaba Full Moon Madness, momento en que los jugosos suecos de Tiamat nuevamente se hicieron presentes como esperando el fin de la presentación. El público en tanto coreaba con los últimos atisbos de voz que iban quedando, al son de un tema que probablemente califica como himno y clásico de clásicos para los lusos. Ahí era evidente, el show había terminado y solo quedaba aplaudir y aplaudir, hasta quedar sin manos, por un show que de seguro quedará en la retina de todos quienes lo presenciaron, pues lo vivido en aquel caluroso Teatro Teletón no cabe en uno o más calificativos. Para describir lo que se vivió había que estar ahí, y ni el mejor de los escritores podría plasmarlo en un texto, por explicativo que sea. Por mientras, las dos bandas protagonistas se abrazaban y juntas agradecían a quienes las acompañaron en un show de prácticamente tres horas, en que se derrochó energía, profesionalismo y por sobre todo, música de verdad.
Setlist Moonspell
1. At Tragic Heights
2. Night Eternal
3. Finisterra
4. The Southern Deathstyle
5. Wolfshade (A Werewolf Masquerade)
6. Opium
7. Blood Tells
8. Scorpion Flower
9. Nocturna
10. Luna
11. Vampiria
12. Mephisto
13. Alma Mater
Encore
14. Everything Invaded
15. Ruin And Misery
16. Full Moon Madness
Review: Ignacio Machuca, Nicolás Perez
Foto Cabecera: Cortesía de Manuel Cabezas para Zerovarius.net
Fotos: Cortesía de Fernanda Vergara