Como se viene dando para estas fechas año tras año desde el 2004, Metal Brotherhood Producciones nos presenta la adaptación Heavy Metal del clásico de la década del 70 Jesucristo Superstar en donde relata la última semana de la vida de Jesús de Nazareth.
El show, nunca exento de la misma polémica entre quienes están en contra de que se realice por considerarla una alabanza a la fe cristiana (y que eso es “poco metalero”) y los que solamente van a ver la adaptación de dicha obra con buenos músicos, buena iluminación, y una buena coreografía. Y esto último es justamente lo que obtuvieron las cerca de 350 personas que repletaron dos veces el Galpón Victor Jara, dando un total aproximado de 700 personas (sin mencionar las decenas de personas que se quedaron fuera del recinto para el segundo show).
Las expectativas eran grandes, como nos contaran Victor Escobar y Ery Lopez (Anás y Caifás respectivamente[Alto Voltaje]) quienes nos comentaron que el día anterior en el Teatro Municipal de Valparaíso asistió bastante mas gente de las que ellos esperaban, cerca de 1800 personas. Que si bien, no repletó al Teatro, al menos dejó un precedente para que al año siguiente la misma gente que disfrutó del show incentive a más, ya sean amigos, familiares, etc. a asistir.
Ya a pocos minutos de las seis de la tarde se notaba un ambiente apresurado y algo nervioso en el interior del Galpón Victor Jara, pues ya se encontraban tanto músicos como técnicos, preparando los últimos detalles previos a las presentaciones del Jesucristo Metalstar en Santiago. Iluminación, amplificación, voces y música, todo se encontraba en orden y ya era hora de que el respetable pasara a tomar lugar en sus asientos. Así fue como a las seis en punto, se abrieron las puertas del recinto, dando la bienvenida a todos los espectadores que por una parte se encontraban curiosos por un show de ésta índole, y por otra bastante emocionados, en especial los que ya conocían la temática del show y habían presenciado el espectáculo en alguna de sus versiones anteriores. Pues el que ya conoce el show aplicado en el Metalstar, sabe que aquí los apóstoles cambian las túnicas por la mezclilla y el cuero, y las alabanzas por el headbanging, haciendo usanza y práctica de las costumbres de los metaleros, tanto en parte por su ropa, sus actitudes, y lo más importante, la música. Dándole de esta forma una perspectiva totalmente distinta a este musical, “metalizándolo” en todo aspecto, y creando una versión casi nuestra de esta historia que se ha contado de tantas formas.
Con un retraso de no más de media hora, se apagan las luces del recinto, y con una entrada quizás bastante improvisada por parte de músicos y coristas, quienes hicieron un trabajo notable en todo el espectáculo tapando algunos vacíos y ambientando cada uno de los actos aun cuando la gente no notara su presencia, se da inicio al espectáculo demostrando desde el principio la estridencia de las guitarras y baterías que marcarían todo lo que sería la musicalidad del asunto, que desde el primer minuto fue lo que más entusiasmo a la audiencia presente. Salen los cantantes a escena, y con esto las primeras interpretaciones de la noche. Aparece Judas, interpretado por un brillante Ives Gullé (Garden Bitch), y así sucesivamente tal como en la obra original aparece Jesús, en la voz y actuación de Rodrigo Galaz (ex-Angeluz), los 12 apóstoles, Maria Magdalena, quien fue representada de manera soberbia por Pamela Frenk, y los respectivos bailarines que acompañaron e hicieron que el escenario quedara literalmente pequeño para este gran musical que presenciaríamos a continuación.
Se notaba preparación, y más allá de solo ver a gente cantando en esta opera rock, fuimos testigos de verdaderas actuaciones a todo nivel, logrando que la gente enganchara con cada uno de los personajes presentes y creando una conexión que se notaba en el ambiente. El público se reía con los personajes y aplaudía las situaciones más notables de la jornada, asimismo los artistas se preocuparon de realzar esa capacidad de inmersión que solo el teatro puede lograr, y no se limitaron solo al uso del escenario, abarcando de esta forma todos los espacios utilizables dentro del teatro, por ejemplo cuando marchaban los discípulos y apóstoles con Jesús cantando el Hosanna, o en la escena cuando Jesús carga con la cruz, todos los personajes caminaban por uno de los pasillos del teatro y la acción se desarrollaba allí, de esta forma hacían participar al mismo público, haciendo que inclusive la gente de prensa que fotografiaba estas particulares apariciones parecieran extras dentro de esta representación.
Si bien es sabido que el musical original se salía de todos los esquemas imaginables en su época, el Metalstar se sale ya de los mismos esquemas del musical original, logrando algo mucho más completo, más acabado musicalmente hablando, y creando un ambiente entretenido que te mantiene pegado y atento a lo que pueda suceder, puesto que a pesar de que muchos de los presentes podían conocer las canciones que se presentarían, no sabían las sorpresas que aguardaba esta versión del Superstar, pues desde un Caifás y Anás totalmente Black metaleros (con Corpse Paint incluido) que lo que más deseaban era acabar con el Nazareno, pasando por sexys Angeles y Diablitas bailarinas, el fragmento inicial de Smoke On The Water de Deep Purple en la mitad de la canción de Herodes, hasta por una cómica pausa con unos ofuscados evangélicos, incluyendo una Biblia en llamas, fueron algunas de las tantas sorpresas que se hicieron presentes en esta ocasión.
En general, el espectáculo mantuvo un muy buen nivel a todo momento, pero uno de los puntos bajos de la jornada fue sin duda el sonido que a ratos traicionaba, y que en un inicio de la primera función costó regularlo, logrando que no siempre se entendiera lo que Jesús cantaba, y causando uno que otro molesto acople de vez en cuando. Esto ultimo de todas formas es, por así decirlo perdonable, dado que la cercanía constante del micrófono de manos libres (que estuvo ocupando Galáz) a la boca, hace que la tarea de controlarle el volumen sea bastante difícil, no así con un micrófono de mano, donde el vocalista puede regular la distancia, evitando asi saturar la señal y eventualmente evitar un acople por el “volumen” que se le da a este desde la mesa de sonido.
Así y todo, la gran mayoría de estos pequeños desperfectos fueron solucionados en inmediatez, evitando opacar la majestuosidad de la obra en general. Fue así, como luego de cerca de 2 horas de impecable función, todo el elenco del Jesucristo Metalstar, hacía reverencias al respetable y se despedía, generando en los más de 350 presentes de cada función, una alegría y una ostentosa ovación que solo fue reflejo del buen desempeño de los músicos en escena.
Por: Juan Lagos, Nicolás Perez y Roberto Yévenes
Fotos: Roberto Yévenes