Fue la primera tocata del año; progresiva, metalera y bien ruidosa. El pasado miércoles 7 de enero nos hicimos presentes en el House Rock & Blues para presenciar a los siempre desenfrenados Octopus y a Crisálida, a los que vimos chochos tras el éxito de su recién estrenado disco. Ambas bandas nos han demostrado cómo es posible experimentar, cambiar y no morir en el intento. Presenciamos una tocata amena, impecable y llena de potencia: todo lo necesario para comenzar el 2009 con el pie derecho, musicalmente hablando.
Octopus y el batero con ocho brazos
Si alguien se pregunta por qué la banda se llama Octopus, al verlos tocar en vivo tendrá más que clara la respuesta. Formado en el instituto ProJazz, el cuarteto de metal progresivo-extremo-técnico-experimental-demente es, por estos días, la mejor banda activa de la escena metalera chilena, a mi parecer. Su propuesta ha variado a través de los años, desde su debut homónimo marcado por tintes jazz-rockeros-melódicos hasta la actualidad, en que sin temor tienen como obvia referencia a los suecos Meshuggah, pero con Coda superando ampliamente a ObZen, en mi opinión.
Octopus decidió tocar tan sólo cuatro temas, o sea, el EP Coda en su totalidad. Zeitgeist, Momentum Kriget, VI-I-VII y Slussen fue el orden elegido para presentar las composiciones y a pesar de la extrema complejidad y de la carencia de líneas vocales que guiaran a la audiencia, dejaron al pub completo con la boca abierta y esguince cervical.El dúo de guitarristas formado por Fernando Daza y Jorge Benavides es algo muy poco frecuente en Chile: ambos se complementan a la perfección, brillan con la misma intensidad y sacan tan buen partido a sus Ibanez de siete cuerdas que nadie podría decir que alguno de los dos sobra. Braulio Aspe es la bestia que mantiene todo sobre ruedas: con una fuerza impresionante, le da libertad total a sus compañeros de hacer las variaciones que imaginen sobre la estructura que él mantiene. Que los músicos sean tan buenos hace más notable aún que la mitad del tiempo Cristóbal Orozco sea el centro absoluto de la atención. ¿Hay en el metal chileno actual algún baterista que se le compare? Es virtuoso, es apasionado y explosivo, es show y es talento. Es el eje alrededor del cual la banda gira y se nota en el escenario. Niños, cuando vayan a la Cumbre del Rock Chileno este domingo, vean y aprendan a eso de las 13:15hrs cómo debe tocarse la batería.
El show hubiese sido perfecto con un poco más de extensión. Estaremos atentos a las tocatas venideras. Bonsai fue un gran disco y creo que merecemos escucharlo en vivo otra vez.
Crisálida: más vigentes que nunca
Esa noche fue la segunda presentación de Crisálida desde Raco y la mejor, sin lugar a dudas. El House Rock es pequeño, pero la acústica fue muy superior a la que experimentamos en la sudada Sala Master hace casi un mes atrás. Estábamos muy prendidos luego de haber escuchado a Octopus y no esperábamos menos del plato de fondo.
La banda de Cinthia Santibáñez tomó una excelente decisión: siguió con los decibeles altos que Orozco y compañía dejaron minutos antes en el escenario. En vez de comenzar con el más relajado Raco, eligieron un tema de su disco debut homónimo e hicieron cabecear a todo el público. A Mi Tierra No Llegarás es el único corte antiguo del que los Crisálida parecen sentirse orgullosos: fue la sola excepción a Raco que incluyeron durante la noche. Harto bajo y batería a dúo empezaron la música y de a poco el resto de los músicos se integraron a la fiesta.
Durante la noche, Crisálida habría de mostrarnos su nuevo trabajo, mucho menos metalero que lo que venían haciendo, pero sí mucho más progresivo y de mejor calidad. Las influencias claras son Porcupine Tree y Pink Floyd, además de mantener a Dream Theater como un referente al menos durante su tema instrumental, Corporatocracy. Cinthia se oyó mucho más segura que en el lanzamiento del nuevo disco, Cristián Carrillo se dio un lujo y usó tres guitarras (Fender azul, Les Paul blanca e Ibanez verde), Felipe Troncoso hizo un gran equipo junto a sus dos teclados y su laptop, Rodrigo Castro dejó aún más claro lo bien que le hizo a Crisálida su regreso, y Rodrigo Sánchez cumplió con su pega de manera impecable.
Tal y como ocurrió con Octopus, me hubiese gustado que la banda no negara tanto sus raíces y hubiese tocado más de sus temas antiguos. Sinfonía “V” u otro corte pesado hubiesen enganchado mucho más al público, que se notó más bien metalero y ávido de altos decibeles. Raco es una gran producción, pero no es razón para olvidarse del trabajo ya logrado. Ojalá el futuro nos traiga shows más equilibrados.
Setlist:
- A Mi Tierra No Llegarás
- Déficit Global
- Desterra
- Libre Albedrío
- Corporatocracy
- Índigo
- Raco