El símil criollo del Wacken, el Wurro Metal Fest, fue un festival de sólo bandas chilenas que se desarrolló el 27 de Junio en el galpón Víctor Jara. En un principio la fecha se veía complicada, era el mismo día del frustrado Shock Metal Fest. La caída de este festival internacional hizo que, probablemente, asistiera mucho público al Wurro, casi llenándolo en su totalidad.
Cuando llegamos ya había tocado Akramen y Hellfire (lo que lamento enormemente). Supimos que los últimos hicieron que los escasos asistentes, a esa hora, disfrutaran de todo el poder de su thrash directo. Ya habrán otras oportunidades de ver a ambas bandas.
Casi las 11 de la noche y Trabuco de plantaba en el escenario. Ellos hacen un heavy metal con harta puesta en escena. El vocalista estaba caracterizado con una capucha y leyendo una “biblia” en la interpretación en uno de sus cortes. Sin embargo tanta parafernalia no logró atraer a los pocos que iban ingresando al recinto. El perfil del show estaba orientado al Thrash, así que esto también pasó con otros grupos a medida que avanzaba el espectáculo. Trabuco en algún cartel de su estilo sin duda que sería una agrupación destacada por su propuesta.
Desde La Serena llegaba Espectro con su, autodefinido, Power Terror Thrash Metal a la capital. Con esto el público despertó y los que iban llegando se sumaban al “bacilón” que se estaba formando. La banda estaba contenta con la recepción, agradecida a cada instante. El “palo” para el sonidista que, en el primer corte interpretado por los serenenses, no le bajó el volumen a la música de fondo que había para la espera. Si cuando empezaron se escuchaba un “despelote”, no se entendía nada, pero después fue evidente esa falla humana. También la energía entregada mezclada con tanto cable hizo que el bajista se desconectara por largos segundo de su equipo.
De un momento a otro el galpón estaba lleno. Un excelente momento para que Ancienterror hiciera de las suyas con un Death/Thrash a la vena. “¡Queereeemos saaaaangreeee!” decía su vocalista, Raúl Salas –con la cara pintada-, a su ingreso al escenario. Ellos llegaron a destruir todo lo que estaba a su paso, formando los primeros grandes mosh en la pista. Cada momento entre tema y tema servía para que Salas se empeñara de “blasfemar” y decir consignas en contra de todas las religiones, dioses y cualquier deidad conocida. Simplemente demoledores.
Como estaba programado, el Team Maniac hacía de las suyas para el deleite del público masculino. Lo extraño fue que, también, en el escenario había un personaje cantando un tema de AC/DC, y, si no me equivoco, él es vocalista de una banda tributo. ¿Doble Stardard? Absolutamente estuvo demás que él estuviera allí, entre las tres mujeres que hacían su performance en tres “caños”. El hombre bonus fue despedido con toda la ira de los asistentes que lo bombardearon con latas de cerveza, vasos, escupos y disparates de toda índole. Hasta fue entretenido descargarse con algo que aún no le encuentro sentido.
Vastator siempre destaca por su preocupación en el vestuario para sus presentaciones. Así también lo fue esta vez, donde tocaron lo más selecto de su repertorio, cargado hacia lo más pesado que desarrollan, así iban de la mano con el perfil del evento. Más de 20 años sobre los escenarios del país les dan un nombre ganado y una experiencia entrañable. Se pasearon por canciones de su larga trayectoria, también interpretando cortes de su reciente Hell Only Knows.
Era la primera tocata masiva donde Freddy Cortez ocuparía su nuevo puesto en la voz de Witch-Blade. Y se notaba que venía recién llegando por que demostró una energía demasiado alta en el show. No importaba que pocas personas les prestaran atención, daba igual, por que este vocalista impregna nuevos aires para la agrupación de heavy Metal. Tocaron de todo: desde sus inicios con Fire hasta esta nueva etapa con The Witchblade. Los capitalinos hicieron bien su pega, pero la gente no prendió, sólo se les escuchó repetuosamente. Cortez tuvo la personalidad de hacer cantar al público, y digo “personalidad” por que era claro que la respuesta sería muy fría. Ellos junto a Trabuco obviamente brillarían en otro cartel, no tan enfocado al Thrash.
Se abre el telón, suena música de fondo y desde lo alto de los caños empiezan a bajar las muchachas del Team Maniac. La presencia masculina fue masiva, todos corriendo a ubicarse a un costado del escenario para ver bien de cerca. Una moto “enchulada” también era parte de la escenografía. Cada una de las féminas hacía un “solo” sobre ella. Un excelente show, mientras gente (producción, colados y prensa) se atravesaba sobre las tablas para sacar fotos. Sólo digo tienen que saber ubicarse y comportarse a la situación.
A muchos se nos había olvidado que tenían que tocar. De hecho, todos estábamos esperando a Squad. Pero no, faltaban los de Obsession Cult. Y cuesta definir que estilo practican. Tienen de todo: Death, Thrash, Heavy y hasta pasajes Progresivos. También es bien extraña la forma en la que se paran delante del público ya que el vocalista estaba en un costado, al lado de los otros dos miembros de la agrupación. A los asistentes les costó apreciar la música que hacían. Algunos no entendíamos qué estábamos viendo. En la última canción fue cuando los pocos que quedábamos logramos enganchar con una propuesta interesante, pero extraña. Escuchen su MySpace y se darán cuenta.
Ya eran las 4 de la madrugada cuando Squad hizo su show. Era tan tarde que la gran mayoría de la gente ya se había retirado en una fría y lluviosa noche capitalina. Pero eso no importaba para los veteranos que lanzaron toda la carne a la parrilla y aprovecharon de presentar a su nuevo guitarrista Christian Ahumada. También se dieron el lujo de tocar en vivo por primera vez su tema Chronic Death, celebrando los 20 años del lanzamiento del Gallinazeous Death. El público era poco pero prendido. Los mosh se dieron a lo largo de toda su presentación sin cesar. Cómico, también, era ver a un amigo de la banda que se subía y se bajaba del escenario haciendo gestos con su aparato reproductor (claro, si hay que ser formal para describirlo) al puro estilo de los DX de la WWE (la comparación ñoña de la semana). Finalizaron su potente show con el clásico Muerte a los Hippies, con la participación del vocalista de Ancienterror. Tambíen, demoledores.
Bastante entretenida estuvo la primera versión del Wurro. No todos los días hay conciertos masivos que se la jueguen por el metal chileno. Y nuestra música logra atraer las miradas de muchos, si el galpón estaba lleno. Además partieron a la hora (lamentable para mí), lo que es otro punto a favor. El sonido estuvo a la altura de lo que los equipos podían realizar, así que fue de mediana calidad. Pero hay que decir que “es lo que hay”. Ojalá que el Wurro se instale como una institución que se mande esta clase de espectáculos año a año.
Review: Roberto Yévenes
Fotos: Agradecimientos a Sr. Díaz, por las fotos de Vastator.
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